Al compás de sugerentes movimientos coreográficos, entre mujeres negras vestidas con ajustados trajes negros, está Beyoncé, cantante principal de Destiny's Child. Es 1997 y es el video de la canción "No, no, no". Sería el primer gran éxito del grupo.
Casi 20 años y decenas de millones de discos vendidos después, al compás de sugerentes movimientos coreográficos, entre mujeres negras vestidas con ajustados trajes negros, está Beyoncé, súper estrella de la industria musical. Es febrero de 2016 y es el entretiempo del Super Bowl. Sería el primer éxito y primer atisbo de un éxito mayor, el de su último disco: Lemonade.
Entre un momento y otro no sólo ha transcurrido el tiempo, sino una transformación. En un extremo, Beyoncé como una de las dulces y seductoras Destiny's Child, cantando temas melosos, concebidos para conquistar a su hombre y al mercado: a la letra de "No, no, no" sería exagerado llamarla "lírica": "Dirás no, no, no, no, no / cuando en realidad es sí, sí, sí, sí, sí". En el otro extremo, Beyoncé en el Super Bowl, la final del campeonato de fútbol americano, uno de los espectáculos televisivos más vistos en Estados Unidos -el equivalente en Chile a ser número estelar en la noche final de la Teletón, cuando la gente veía la Teletón- presentando una audaz actuación cargada de mensajes e imágenes políticas, afirmando los poderes femenino y negro, por separado y unidos: un grupo de mujeres que entran en formación casi militar, de cuero, aludiendo a la agrupación radical Panteras Negras; la canción con letra no sólo juguetona ("Mi papá de Alabama, mamá de Louisiana / mezcle ese negro con la creol para hacer una texana"), sino levemente desafiante: "Me gusta mi nariz de negro con las aletas a lo Jackson Five".
Casi justo tres meses después, viene el lanzamiento mundial y sorpresa de Lemonade. Es su sexto álbum, con 12 temas, pero no es un "disco" de música propiamente tal. Es un "proyecto", una "obra", que incluye partes habladas y una película de más de una hora.
Si bien Lemonade tiene un lado "político" o activista (los derechos de las mujeres, de los negros), hay quienes incluso han analizado su simbolismo oculto o demoniaco. Al parecer, en más de una ocasión, a Beyoncé la han etiquetado como miembro de los "Illuminati", una "sociedad secreta" que busca un gobierno mundial totalitario: en una de las canciones, ella se ríe de esos rumores.
Con todo, el mayor revuelo lo han causado las referencias a los problemas de su matrimonio con Jay-Z, el magnate del rap con quien está casada. El disco como un diario, como la crónica de una angustia y un inventario de infidelidades. Hay muchas teorías sobre por qué los raperos usan los pantalones varias tallas más grandes y casi cayéndoseles, quizá no sea la más descabellada la de que eso facilita sus relaciones amatorias. Cultivando su imagen de duros, de machos alfa, no sería extraño pensarlos sexualmente rapaces con las mujeres que los rodean e idolatran.
¿Le habrá pasado eso a Beyoncé? A alguien que le presta tanta atención a su imagen (ha declarado que tiene como norma nunca, pero nunca aparecer bajo una luz azul), ¿no le importa aparecer públicamente bajo una luz tan poco favorecedora?
Vida de "diva"
Ahora que ya casi nadie vende discos (los últimos de Rihanna, Lady Gaga o Madonna han tenido resultados más bien exiguos), si ese fuera un índice adecuado, Beyoncé podría ostentar el siempre disputado título de "diva del pop".
Beyoncé (es su nombre civil, no sólo artístico) Knowles, nació y se crió en una familia de clase media de Houston, Texas. En su prehistoria musical hubo clanes infantiles, concursos de talentos, hasta la formación de un grupo, el que en 1996 adopta el nombre de Destiny's Child.
Al conjunto se fue incorporando su familia (principalmente su padre como mánager). Hubo cambios de integrantes: un cuarteto en el que rotaron hasta siete personas para terminar en un trío. También hubo disputas. Alguien dijo en broma que estar en el grupo era como estar en el programa "Survivor": cada semana se votaba para ver a quién echarían de la isla. Beyoncé se basó en la broma para escribir la canción "Survivor": "Ahora que están fuera de mi vida, estoy mucho mejor", decía frase con la que las integrantes desertoras pudieron darse por aludidas.
Después de "No, no, no", una mezcla o remix (hecha por el rapero Wycleaf Jean), más rápida y bailable, de una canción del mismo grupo, vendrán otros éxitos: "Survivor", "Independent Women" (para la película Los ángeles de Charlie), "Bootylicious", todos ellos imbuidos de una particular concepción feminista. Hay muchas teorías sobre qué es el feminismo, quizá no sea la más descabellada la sostenida por Beyoncé: las mujeres deben estar orgullosas de sus cuerpos y sus curvas, y por tanto exhibirlas.
Ya alejada del grupo y de su padre como mánager, Beyoncé lanza en 2003 su primer álbum como solista, Dangerously in Love. El primer sencillo del disco, "Crazy in Love", contó con la participación del rapero Jay-Z, uno de los artistas de hip-hop más importantes y exitosos del mundo. En el video, Beyoncé, fiel a su convicción feminista, se contoneaba encaramada en sus zapatos de taco aguja y se veía "so crazy right now" con sus minúsculos pantalones cortos de mezclilla y su no menos minúscula polera. A pesar del atavío de semi pandillero delincuente del rapero (parece que Jay Z lo fue en realidad), la química surgió entre ellos.
En su tercer álbum, de 2008, Beyoncé incluyó "Single Ladies", una de sus canciones más conocidas. Allí le cantaba a todas las solteras, "all the single ladies" (versión fonética: aguchingelere) para que se pusieran un anillo. Ella ya lo había hecho: a principios de ese año se había casado en secreto con Jay Z. Para los nostálgicos de la monarquía como fundamento de las estructuras sociales (o de las páginas sociales), aquí nacía una dinastía: la unión del Rey del hip-hop con la Reina del rhythm & blues.
Los monarcas han tenido una princesa, su hija, nacida en 2012. Y, aparentemente, vivían en el amor, la riqueza y la felicidad. "La primera pareja musical billonaria", se dijo. Se hacen entre ellos regalos millonarios y hacen con otros negocios millonarios. Alguna obra de caridad, alguna gira.
Receta de limonada
Pero no todo era felicidad, parece. De creer a Lemonade, el matrimonio dista de un idilio maravilloso.
Se ha dicho que Lemonade es un disco "conceptual" (sea esto lo que pueda significar). Editado exclusivamente a través del servicio de streaming de música y videos Tidal y presentado simultáneamente como un especial en HBO de más de una hora (pero no en América Latina), las canciones y videos se unen, como piezas, para configurar algo distinto. Hay una voz en off, la de Beyoncé, y hay un guión (a quien le interese puede verlo en: http://genius.com/Beyonce-lemonade-script-annotated), con partes, tituladas "Negación", "Rabia" o "Vacío" para llegar a "Perdón", "Esperanza" o "Redención".
"¿Me estás engañando?", pregunta Beyoncé, después de saltar de un edificio para caer en el agua. La primera parte está cargada hacia la ira y la acusación: "Que forma malvada de tratar a la mujer que te ama", dice ella, mientras camina vestida de amarillo por la calle rompiendo ventanas de automóviles o vitrinas con un bate de béisbol. En algún momento le sugiere a su marido que se imagine ante su cadáver, muerta por el dolor de la traición: "¿Qué vas a decir a mi funeral ahora que me has matado?". En otra canción ella lanza su anillo de matrimonio a la cámara, advirtiendo: "Si tratas de hacer esa mierda de nuevo vas a perder a tu esposa". No menciona nombres y sólo habla en una canción de una tal "Becky, la de pelo bonito" sobre cuya identidad se ha especulado (una lista en la que figuran la diseñadora Rachel Roy o la cantante Rita Ora). Hay imágenes reales de su boda con Jay-Z o del embarazo de su hija. Y no sólo de forma indirecta: aparece su cuello visto desde atrás, sus manos acariciando las piernas de Beyoncé y brevemente su cara, abatida.
Pero Lemonade no es simplemente el ajuste de cuentas de una mujer despechada. Aparece el matrimonio roto de sus padres (quizá estaba hablando no de ella, sino de su madre; no de Jay Z, sino de su padre).
La película es más explícita sobre asuntos raciales que la música. Aparecen figuras como Malcolm X o Martin Luther King, imágenes del movimiento "Black Lives Matter" de denuncia de la brutalidad policial: madres que sostienen los retratos de sus hijos asesinados. También las víctimas del Huracán Katrina.
Si Lemonade es confesión, es también colaboración: mezclando músicas (ritmos más lentos, el blues, toques de música country, Led Zeppelin), canciones antiguas y nuevas, mezclando sonidos e imágenes sobre la "negritud" (como del sur previo a la Guerra de Secesión; su mamá es Louisiana). Hay apariciones de amigas: la tenista Serena Williams, la actriz Amandla Stenberg o la modelo Winnie Harlow. Y colaboraciones de artistas más "alternativos" como James Blake, Jack White o el rapero Kendrick Lamar. Antes que a todos los diversos directores, productores o colaboradores al final de Lemonade, Beyoncé agradece a Warsan Shire, la poeta británico-somalí, cuyos textos se leen a todo lo largo de la película.
En cuanto a Jay Z, Lemonade parece ir de la desesperación a la esperanza, de la indignación al perdón: "Mi torturador se convirtió en mi remedio, de manera que vamos a sanar". De manera que se avizora un final feliz. De hecho, el título viene porque en una canción se incluye un video casero en que la abuela de Jay Z, Hattie, en su cumpleaños número 90, dice: "Tuve mis altibajos, pero siempre encontré la fuerza interior para salir adelante". Agrega: "Me dieron limones, pero hice limonada".
Lo que llama la atención es que Lemonade sea lanzado a través de Tidal, el servicio de emisión continua controlado por Jay Z, el que compró en 2015 por 56 millones de dólares y que no ha andado del todo bien, mucho más atrás de sus rivales Spotify o Apple Music. Mmm. ¿Cómo el presunto mujeriego cuya infidelidad es un tema crucial es quien saca el mayor provecho de su distribución?
Como obra de arte o incluso como testimonio es difícil determinar el valor de Lemonade; pero como negocio, tiene un gran valor. Tal vez, Beyoncé sacó de los limones de sus sufrimientos reales, una jugosa limonada de dinero. Ahora bien, hay muchas teorías sobre por qué Hillary perdonó al adúltero serial Bill Clinton, incluso después del escándalo oral de Lewinsky, y quizá no sea la más descabellada la de que lo amaba. ¿Por qué no pensar lo mismo de Beyoncé?
Beyoncé: Feminismo, fidelidad, limones y millones
Lemonade, el último álbum de la cantante estadounidense, ha generado, por razones artísticas y extra artísticas, todo un alboroto y algunas dudas: ¿Será el disco un fenómeno cultural importante? ¿Es ella la gran diva del pop? <br>