Hace seis años, era más bien un vehículo extraño. Pero la reducción de espacios, el aumento de los tacos y la poca disponibilidad de estacionamientos ha transformado a las bicicletas plegables en un boom: han quintuplicado sus ventas desde 2007.

Se trata de un vehículo capaz de reducir a la mitad su tamaño con sólo un par de ajustes, lo que le permite ser fácil de transportar y guardar. Esto ha impulsado su popularidad entre los habitantes de grandes urbes del país, donde el espacio es un bien preciado.

En Santiago, sus principales adictos son ejecutivos desde los 30 años, que trabajan en los sectores más saturados de Las Condes, Providencia y Vitacura. "La puedo guardar en el balcón de mi casa, en la maleta del auto o debajo del escritorio de mi oficina sin problemas", resume Jesús Figueroa (41), gerente de Energías Sustentables en la empresa Poch.

Figueroa recorre todos los días siete kilómetros por Pocuro hasta su oficina en Las Condes. Si hay espacio en el estacionamiento la deja ahí, pero normalmente la dobla y la sube hasta su oficina.

Su maniobrabilidad la hace ideal para trayectos cortos. Por eso, cuando tiene reuniones cerca de su oficina, también la desembala y parte pedaleando a su compromiso. "Los estacionamientos para bicicletas siempre están llenos. Esta es una solución. Con tu bici llegas más rápido a cualquier parte y, además, bajas de peso. Ya perdí 13 kilos pedaleando", asegura.

Estas ventajas precisamente han disparado sus ventas. Cristián Saavedra, dueño de una de las principales importadores de estas bicicletas, dice que en 2007 se aventuró con 200. "Las vendí en sólo tres meses".

Para 2012 espera vender en Santiago y regiones más de 1.000, directamente en su local o a través de las diferentes tiendas de retail con las que trabaja. Según Saavedra, para este año tiene pedidos de Valparaíso, Concepción, Viña del Mar, Arica, Coquimbo, incluso Punta Arenas y Puerto Varas, ciudades donde se ha replicado el fenómeno de Santiago.

Varios locales en la calle San Diego las han incorporado a sus vitrinas, y las marcas se multiplican: Dahon, Tern, Montague u Oxford. ¿Precios? Desde 160.000 hasta los 600.000, dependiendo de sus características.

Notebook y bicicleta

José García Huidobro (41) dice que ya nadie lo mira raro cuando llega a reuniones con clientes con su notebook en una mano y en la otra su bicicleta. Afirma que la ciudad está poco preparada para las bicicletas, pero con una plegable no anda preocupado de que se la roben o de algún imprevisto. "Si pincho, la meto en un taxi; si llueve, lo mismo, y nunca me preocupo de que me la roben".

La mayoría de las bicicletas plegables tienen una rueda de aro 20 y son exclusivas para la ciudad. Ni pensar en salir a una vuelta por el cerro. Algo que, según los especialistas, les resta velocidad y potenciales usuarios. Justo lo que no quería Alex López (32), diseñador que trabaja a una cuadra de la rotonda Pérez Zujovic. Por eso, hace tres años fue a Argentina a comprar especialmente una mountainbike plegable, ya que quería tener una bicicleta para usar en más terrenos. "Acá costaba mucho encontrar un modelo así". Hoy, López recorre todos los días los seis kilómetros que separan su casa de su trabajo. Es el único que tiene una de aro 26, entre los colegas que poseen una bicicleta plegable.

Sin embargo, el mercado está adaptándose. Hace unos meses llegó a Chile la marca Montague. Bicicletas con aros superiores a 20, con modelos para la ciudad y montaña, capaces de equilibrar velocidad y movilidad. "La mayoría de las plegables son demasiado urbanas. El concepto de Montague es que sea una bicicleta cómoda y puedes llevarla donde sea y te sirva", explica Pablo Hernández, importador de estas bicicletas en Chile.

Eso sí, los precios van desde los 400 mil a los 600 mil pesos. Pese a ello, ya ha vendido 20.