Hay buenas razones para estar agradecidos con Marcelo Bielsa, empezando porque logró que Chile clasificara al Mundial, después de quedar fuera en 2002 y 2006. Cuando esas cosas se viven como acá, con ribetes de tragedia nacional, no debe extrañar que muchos se refieran al argentino como un héroe. Pero también hay que agradecerle al DT que nos mostrara cómo, a pesar de un gran logro, hay que saber mantener los pies en la tierra. Así, cuando un grupo de parlamentarios propuso concederle la nacionalidad por gracia, Bielsa fue el primero en responder: "Para ser ciudadano de un país donde uno no ha nacido, hacen falta muchísimas más cosas". Bien dicho.
Y ahora hay que darle al rosarino las gracias por algo más: recordarnos que incluso las personas inteligentes y de éxito como él pueden decir grandes tonteras, y no siempre hay que recibir sus palabras como quien bebe maná en la fuente. Porque su explicación de que los saqueadores después del terremoto "fueron empujados a esa cuestión" no tiene mucho asidero. Como tampoco lo tiene su enrevesada argumentación para justificar que "(yo), si hubiera podido, me robaba el plasma". De hecho, es mejor no tratar de seguir su razonamiento, no sea que nuestra imagen de Bielsa sufra en el proceso.
Sin ánimo de ser condescendientes, aquí parece aplicar aquello de "pastelero, a tus pasteles". Ojalá Bielsa siga mostrando sus notables cualidades de estratega en la cancha, donde sabe más que la mayoría. Los comentarios sociológicos, sugerimos, no son su fuerte. (MOJ)