Veía las noticias con sus cuatro hijos cuando Juliann Ashcraft se enteró de la muerte de su esposo. Al igual que ella, otras 18 familias recibieron el domingo la amarga noticia de que uno de sus integrantes había fallecido en un voraz incendio desatado el pasado viernes por la caída de un rayo en las cercanías de la localidad de Yarnell, 135 kilómetros al noroeste de Phoenix, Arizona. A excepción de uno, todos los bomberos pertenecían al grupo de elite Granite Mountain Hotshots, encargado de luchar en primera línea contra las llamas para evitar su propagación.
Se trata así de la peor tragedia en un solo día para los bomberos de EE.UU. desde los atentados del 11 de septiembre de 2001 (donde murieron 341 de ellos) y la peor en 80 años en cuanto a incendios forestales se refiere, dado que en octubre de 1933, 25 bomberos fallecieron en un incendio en Griffith Park, Los Angeles. La cadena de noticias CNN destaca que el 20% del Departamento de Bomberos de la cercana ciudad de Prescott murió en la tragedia dominical.
Aunque hasta ayer se desconocían las causas precisas del accidente, medios locales señalaron que, al momento de verse envueltos por las llamas, los bomberos habrían estado cavando un cortafuegos. Baja humedad, altas temperaturas y fuertes vientos habrían confabulado contra el Granite Mountain Hotshots, cuyo único miembro con vida se salvó por estar en un sector aún no determinado al momento de la tragedia.
Mike Reichling, vocero de la División Forestal de Arizona, dijo al periódico local The Arizona Republic que algunos de los bomberos fueron encontrados al interior de sus equipos de protección de último momento (una especie de carpa que cubre todo el cuerpo) y que otros no habrían alcanzado a refugiarse pues -dijo el portavoz- fueron encontrados a un costado de dichos dispositivos de seguridad. "Evidentemente, su zona de seguridad no era lo suficientemente segura, y el fuego los alcanzó", dijo Art Morrison, vocero estatal del área forestal, a la cadena CNN.
Las autoridades locales informaron que entre la noche del domingo y la mañana de ayer el incendio había cuadruplicado su tamaño y que ya había arrasado al menos 3.380 hectáreas y unos 250 inmuebles.
Por medio de un comunicado, el Presidente de Estados Unidos, Barack Obama, lamentó "esta terrible tragedia" y envió sus condolencias a las familias.