No se trata de llegar y mostrar una película que se llame Bonsái en Japón. Es como presentar un libro que se titule Haiku o un nuevo modelo de auto denominado Kamikaze. Si un cineasta va a mostrar su filme cuyo título remite a una de las más legendarias tradiciones niponas, la del bonsái o árboles en miniatura, más vale ir preparado.
El director chileno Cristián Jiménez no llegó particularmente enterado de quién iba a asistir al Festival Internaciona de Cine de Tokio en octubre del año pasado. Por eso, cuando un par de asistentes a la función declaró ser expertos en bonsái y quisieron dar su opinión, Jiménez corroboró que estaba entre gente que sabía de lo que hablaba: entre auténticos practicantes de lo que hace Julio, su personaje de ficción.
"Y me sentí muy halagado. Los tipos me decían que la película conectaba más o menos con el arte del bonsái, con capturar un momento artístico en el tiempo", comenta Cristián Jiménez sobre la cinta basada en la novela homónima de Alejandro Zambra. Seleccionada en la sección Una Cierta Mirada del Festival de Cannes 2011, Bonsái se estrena en Chile la próxima semana después de realizar un extenso circuito internacional. Pasó por los festivales de San Sebastián (España), Toronto (Canadá), Telluride (Estados Unidos) y Tokio, recogiendo en general buenas críticas y asegurando distribución internacional.
En Francia se estrenó comercialmente en noviembre último, en Gran Bretaña acaba de abordar las carteleras el pasado 30 de marzo y el próximo 11 de mayo entra en las salas de Estados Unidos. Eso, sin considerar que también aseguró su ingreso a los cines de Japón, Corea del Sur, Taiwán y Australia, durante el 2012.
La película, protagonizada por Diego Noguera como Julio y Nathalia Galgani en el rol de Emilia, transcurre entre los años 90 y la actualidad. La última década del siglo XX le sirve a Jiménez para contar la historia del amor universitario entre ambos, en locaciones de la Universidad Austral. Y ya en nuestros tiempos, Julio recuerda la relación con la muchacha y trabaja como el escribano de un viejo y cascarrabias autor (Hugo Medina).
Si la novela de Alejandro Zambra transcurría en Santiago, Jiménez optó por dividir el paisaje entre la capital y la Región de Los Ríos. El cineasta es de Valdivia y quiso hacer un guiño a su propia tierra. Con siete copias para el estreno, los responsables de Bonsái no buscan hacerse millonarios con el proyecto. "Sólo en Chile me preguntan por mis expectativas comerciales. Pero sucede que no soy farmacéutico ni traficante de drogas", argumenta Jiménez, que en el 2009 obtuvo buenas críticas con Ilusiones ópticas. Bonsái también ha repetido este camino. Por ejemplo, Peter Bradshaw, en el diario británico The Guardian, dijo que era "un drama sutil y fresco sobre el amor y un aspirante a escritor". En Francia, la revista Los Inrockuptibles destacó su "humor seco y montaje brillante".