A mediados de los 70, William Burroughs vivía en el Búnker, un departamento del Bowery, en Nueva York, donde día a día recibía a fans que lo invitaban a un pinchazo de heroína. El venía saliendo de una exitosa rehabilitación en Inglaterra, después de pasar tres meses drogado en Tánger, mirándose los pies, pero se enganchó de nuevo. Tenía una sola regla: el primero que se inyectaba era él. Fue su manera de no contagiarse enfermedades como el sida.
Por esos días, al autor de El almuerzo desnudo, que bordeaba los 60 años, se lo podía ver con su sombrero y traje de tres piezas en una mesa del CGBG, ese bar inmundo donde estalló el punk. Ahí lo conoció Patti Smith y, por un rato, creyó estar enamorado de esa leyenda oscura. "William era como una especie de Biblia alternativa", dice la autora de Horses en el documental William Burroughs: a man within.
La figura más enigmática de la generación Beat es el objeto del filme de Yoni Leyser, que el domingo 12 de octubre estrena en Chile el Festival In-Edit. Célebre "por todas las razones equivocadas", como apunta el cineasta John Waters, Burroughs fue un escritor experimental, homosexual y drogadicto, que hizo de su estilo de vida una declaración antisistémica.
"Descubrí El almuerzo desnudo a los 15 años y mi vida cambió", cuenta Leyser. "La obra de Burroughs rompió todos los límites y muestra la basura y los puntos débiles de las personas, las autoridades y los sistemas de control de la sociedad. Ha sido idealizado, demonizado, vilipendiado, comercializado, pero la crudeza de su obra sigue intacta", agrega.
Sin seguir una línea cronológica, Leyser explora la vida pública y privada de Burroughs, apoyándose en testimonios de una galería de cineastas, músicos y poetas influidos por el autor de Soft machine: David Cronenberg, Laurie Anderson, Iggy Pop, Gus van Sant, Peter Weller, Victor Bockris, Jello Biafra, Thurston Moore, etc. "Burroughs pasará la prueba del tiempo. Quise documentar toda la generación de influyentes a quien él influenció", dice Leyser.
Con mucho material audiovisual inédito, A man within muestra a Burroughs en todas sus facetas: inyectándose heroína, trabajando en la técnica de cut up junto a Brion Gysin, en los años de gloria de los Beat, junto a los punk en los 70 y, en una inquietante escena, armado con una escopeta y gritando: "¡Dénme algo a qué disparar!".
También aparece en una conversación con Andy Warhol ("¿Por qué prefieres los jovencitos, William?") y en varias escenas con Allen Ginsberg. A través de los diálogos con el autor de Aullido, Leyser parece llegar a la médula. "¿Quieres ser amado?", le pregunta Ginsberg. "No realmente", responde Burroughs, que más allá de una vida pública rupturista y de excesos, arrastraba el dolor de haber matado a su esposa, por error, de un disparo en 1951, y de haber visto morir a su hijo alcohólico y drogadicto a los 33 años. Arrastraba una silenciosa soledad que en los años 70 le hacía abrir la puerta de su casa en Nueva York a cualquier junkie que golpeara.