SAUDE! FESTIN de burbujas, variedades de cepas, bocados de polenta, pastas y carnes acompañan las jornadas de quienes viven en Garibaldi y Bento Gonçalves. Tal vez pocos sepan que en estas ciudades se esconde un paraíso de vinos y espumantes. Ambas forman parte del estado de Río Grande do Sul, el mayor productor de vinos de Brasil, pero también de la llamada Ruta de la Uva y el Vino (al igual que otros 22 municipios), que reúne a los mayores viñedos de la región. La economía gira en torno a ferias temáticas, visitas guiadas a las viñas y la generación de los más variopintos productos asociados al mundo vitivinícola, desde cosméticos, textiles, adornos y golosinas.
Río Grande do Sul es uno de los estados más europeizados del país. En sus calles abunda la piel y los ojos claros (más del 80% es blanco y un poco más de un 4% de color) y los apellidos alemanes y especialmente italianos, en medio de paisajes y arquitectura muy alejada de la típica postal con que se asocia la geografía brasileña. Porque estar aquí es casi como viajar al Viejo Continente.
La mayoría de la población es fruto de una masiva inmigración en el siglo XIX. La región recibió además a españoles, polacos, judíos, árabes, libaneses, turcos, estadounidenses, japoneses, austriacos, ucranianos, argentinos y uruguayos, entre otros. Justamente por su cercanía con estos últimos es que comparten tradiciones culturales, musicales y culinarias como el gusto por los asados y el mate. Sus habitantes son llamados gaúchos, quienes viven en la zona montañosa llamada Serra Gaúcha.
Garibaldi: tierra de espumantes
Garibaldi fue la primera colonia establecida por italianos. Ahí se produce el 80% de los espumantes de Brasil, por lo que se le conoce como la capital del espumante. Gracias a esta ruta, los turistas tienen la ocasión de visitar las instalaciones de diversas bodegas especializadas en la elaboración de esta bebida, distribuidas por áreas urbanas y rurales, y que invitan a conocer su producción, calidad, espacios museográficos y de guarda y, por cierto, a degustar sus productos.
Son muchas las opciones para elegir. De ellas, cabe destacar la Vinícola Garibaldi, que funciona como cooperativa y que además puede incluirse en la Ruta de las Cantinas. En sus instalaciones se produce el espumante moscatel más premiado de Brasil, con más de 50 medallas. Pero otra de sus estrellas es la grapa fina, un desafío para las gargantas sensibles por su 40% de alcohol. Entre sus atracciones está la demostración del sabrage, que es abrir una botella de espumante, de un golpe seco y limpio, a la manera, como cuentan, lo hacía Napoleón Bonaparte.
En un paisaje donde la vista se pierde entre las viñas se encuentra instalada Chandon, una de las cuatro subsidiarias especializadas (junto a Australia, California y Argentina) en la producción de espumantes naturales de lujo de Moët Hennesy, la división de vinos y destilados del grupo galo LVMH (Moët Hennesy Louis Vuitton). La producción no se diferencia de la realizada en Francia, utilizando el sistema de ensamblaje y el riesling itálico, chardonnay y pinot noir como variedades de uva. Y ojo, los expertos dicen que la diferencia de sus productos la hace la espuma…
Pero es en Peterlongo donde la historia de italianos y franceses y su relación con los espumantes cobra su importancia. La gesta se inicia en 1899, con la llegada al sur de Brasil del italiano Manuel Peterlongo, quien en 1913 comienza a elaborar el brebaje siguiendo el método champenoise (la fermentación en botella), procedimiento difundido por el abad francés Don Perignon. Siguiendo el proceso de manera estricta, da cuerpo a la primera champaña brasileña en 1915. Con ese nombre: champaña. Es la única bodega autorizada en utilizar fuera de Francia la denominación de origen "champagne" por determinación judicial de 1952.
En cuanto a la gastronomía, la Estrada o Carretera del Sabor es un camino que habla de aromas e historias de empuje y emprendimiento. Un recorrido que lleva a pequeñas hosterías y restaurantes que han levantado al menos cinco familias originarias de la península, cuyos descendientes cultivan los productos en sus propios predios y mantienen vivo el dialecto de la zona de Italia de la que provienen. Se trata de un proyecto culinario basado en la autosustentabilidad y que rescata el valor del llamado slow food. De ellos, imposible no recomendar la "Osteria della Colombina", donde Odete Bettú Lazzari, tras quedar viuda, formó junto a sus hijas este restaurante donde el sabor de sus preparaciones no sólo quedará en la boca de quien los pruebe, sino también en sus recuerdos.
La ciudad de los sentidos
La entretención etílica sigue en Bento Gonçalves, la capital brasileña del vino. Vecina a Garibaldi, es posible llegar a este destino a través de Maria Fumaça, un tren de época con locomotora a vapor que se puede abordar en el municipio de Carlos Barbosa, a pocos minutos de Garibaldi. En una hora, el viaje suma música italiana y gaúcha, además de personajes vestidos como los antiguos inmigrantes que interactúan con el público, y la posibilidad de que en cada parada se pueda degustar vinos de la zona.
La también llamada "ciudad de los sentidos" da la bienvenida con su imponente Pipa Pórtico, una estructura de cemento semejante a una barrica que obligatoriamente hay que atravesar al ingresar o salir de este lugar que forma parte del Valle de los Viñedos. Hoy, con denominación de origen, el territorio acoge la mayor concentración de viñas del país y se producen los vinos de mayor calidad de Brasil.
El vino, que ha dado fama a la región, es patrimonio de los inmigrantes italianos gracias al cual pudieron desarrollar toda una cultura en torno a él. Y en este caso, base de la economía de este municipio, concentrando el 60% de la producción de la región distribuida en 29 viñas.
En calidad, hay para todos los gustos, pero destacan las que exhiben un medallero abultado en sus productos. Casa Valduga, por ejemplo, cuenta en sus espacios con un restaurante y hostería y ofrece un curso de degustación de vinos y quesos por 100 reales (unos $ 22.400). Además, desarrolló la línea MUNDVS, cuyo cabernet sauvignon de 2009 fue producido con uvas chilenas del Valle del Maipo, y posee la bodega de espumantes más grande de Latinoamérica con capacidad para 6 millones de botellas.
Miolo, en tanto -que en agosto de este año, con su Lote 43, superó a las viñas chilenas en el Wine In en Sao Paulo-, ofrece el programa Winemaker, de cuatro semanas de duración y con un costo de 12 mil reales (más de $ 2.500.000), que involucra a los participantes en la elaboración y desarrollo de su propio vino, tanto tinto como espumoso.
Ya en el ámbito más masivo, la Cooperativa Vinícola Aurora ofrece vinos finos, pero también productos de mesa y coolers, estos últimos, típicos de Brasil, muy dulces y livianos.
Si a estas alturas ya está muy agotado, el Hotel Spa del Vino ofrece más de 40 estilos de vinoterapia a través de masajes y sesiones de relajación, realizadas con productos de la región y disfrutando de vistas panorámicas a los viñedos.
Los caminos de Piedra
El asentamiento de los italianos queda evidenciado en la Ruta de los Caminos de Piedra, que tras una investigación sobre el potencial arquitectónico del interior de Bento Gonçalves, constató que en San Pedro estaba la mayor cantidad de casas antiguas y de conservación de tradiciones.
El paseo permite observar las 71 construcciones pertenecientes a descendientes tanos, algunas de las cuales pueden ser visitadas. Como la Casa de Oveja, dedicada hoy a la elaboración de los más variados y finos quesos; o la Casa de Erva Mate, que produce una de las materias primas más bebidas por los gaúchos: la yerba mate.
Otras se han transformado en restaurantes y posadas. De ellas llama la atención la Pousada Cantelli, construcción originaria de 1878, que tras diversos usos y dueños, en 2010 se convirtió en uno de los primeros sitios en otorgar alojamiento en el lugar. Cuenta con sólo tres habitaciones, pero están habilitadas con todo el confort de un hotel de lujo.
Al final, una recomendación para los entusiasmados con estas rutas. Vaya acompañado o arriende una van que lo traslade. En Brasil, el consumo de alcohol para automovilistas es de tolerancia 0.0. Así que mejor disfrute con ganas sus catas y degustaciones y que otro se haga cargo del después.