El capitán del siniestrado crucero Costa Concordia, Francesco Schettino, no deja de sorprender. Luego de asegurar que "nunca" abandonó el buque tras su naufragio, situación que posteriores grabaciones telefónicas desmintieron, ahora sostiene que su ausencia en la nave se debió a que cayó accidentalmente en uno de los botes salvavidas. Como era de esperar, la actitud del "capitán cobarde", como lo bautizó la prensa italiana, ha desatado una ola de repudio en ese país.

"No es verdad que abandonara la nave. Es que me caí accidentalmente sobre el techo de uno de los botes salvavidas... Después estuve sobre una roca de la isla Giglio coordinando las operaciones de desembarco", explicó Schettino en su comparecencia ante la jueza Valeria Montesarchio. "Ni siquiera llevaba el chaleco salvavidas, porque en ese momento mi vida no era importante", agregó.

Ante estas declaraciones, el fiscal de Grosseto, Francesco Verusio, explicó que "la versión de Schettino ha cambiado mínimamente el cuadro acusatorio". El capitán, además, está acusado de haber dejado abandonadas a su suerte a bordo del Costa Concordia a 300 personas incapaces de valerse por sí mismas. Lo que sí admitió el capitán fue que se acercó peligrosamente a la isla de Giglio y que hizo el giro en forma tardía para hacer el famoso saludo con la nave. Además, reconoció que el oficial de ruta del barco le había advertido de que tuviera cuidado con las rocas. "Me sentía seguro, había hecho el saludo tres o cuatro veces antes", aseguró.

Montesarchio admitió ayer que existen "graves indicios" de culpabilidad contra Schettino, responsable de "un desastre de proporciones mundiales", dijo. A su juicio, no realizó "ningún intento serio para regresar" al buque, tras haberlo abandonado. De hecho, Ottavio Brizzi, un taxista en la isla de Giglio, dijo que él llevó a Schettino a las 11.30 del sábado y lo dejó cerca del Hotel Bahamas. "El no dijo mucho, aparte de preguntarme dónde podría comprar calcetines secos", apuntó.

Y las muestras de repudio contra el capitán del Costa Concordia se han multiplicado. En la fachada de la cárcel donde pasó el fin de semana aparecieron rayados con muestras de indignación de los vecinos de Grosseto.

Los diarios italianos, por su parte, destacaron los paralelos entre Schettino y el comandante de la Capitanía de Puerto, Gregorio de Falco, quien le ordenó volver al crucero. "La tragedia muestra las dos almas de Italia. Por un lado, un hombre irremediablemente perdido, cobarde, que rehúye de sus responsabilidades (...). De la otra, un hombre orgulloso que intuye la gravedad de la tragedia y trata de llamar al orden con voz alterada al vil para que cumpla sus obligaciones", escribió el diario Corriere della Sera, en un artículo titulado: "Gracias, capitán". En tanto, la frase de "¡Vaya a bordo, maldición!", que De Falco lanzó a Schettino, hizo furor en Twitter, lo mismo que el hashtag #MeCaíEnUnaLancha.

Pero los habitantes de Meta di Sorrento, el pequeño pueblo cerca de Nápoles donde vive Schettino, no dudan en defender al capitán. Denuncian un "linchamiento mediático" en su contra. "Hice mi deber, no es cierto que escapé", le repitió el marino de 52 años a sus amigos.