Señor director:

A propósito de la construcción de nuevas cárceles para resolver el grave déficit que quedó en evidencia tras la muerte de 81 reclusos en la cárcel de San Miguel, se han planteado diversas propuestas que van desde comprar cárceles modulares -solución que apoya el decano Mathias Klotz en este diario- hasta habilitar islas remotas de nuestra geografía como cárceles tipo Alcatraz o Dawson.

Aquí se ignora que el principal componente del problema de la infraestructura carcelaria es de localización urbana y, por lo tanto, requiere de procesos más complejos de implementar. El primer problema urbano es que nadie quiere tener una cárcel cerca. Pero mientras más se alejen las cárceles de los centros urbanos con buena accesibilidad se encarece su operación proporcionalmente y se dificulta el acceso a los familiares de los presos.

Se ha comparado esta situación con el caso de las escuelas y hospitales, pero el problema urbano es muy diferente, pues a nadie le incomoda vivir cerca de ellos.

En el caso de las construcciones modulares importadas, la experiencia hospitalaria posterremoto demostró que ellas son más caras que la construcción tradicional (que también puede ser prefabricada en alto porcentaje), y que sólo se justifican en situaciones muy puntuales, no como una solución integral. Tras la tragedia de San Miguel se hace evidente pensar en su traslado y ahí el problema es dónde ubicarla, no si la construcción debe ser modular o tradicional.

Se necesita comprender el problema en toda su polivalencia y complejidad, y no por afán de simplificarlo -para demostrar eficiencia y rapidez, como ha ocurrido con la localización urbana de la vivienda social- terminar provocando problemas más difíciles y caros de resolver.

Humberto Eliash

Decano (s) Facultad de Arquitectura y Urbanismo

Universidad de Chile