Todavía no colgaba el hábito de Primera Dama, ni tenía licencia para retomar funciones detrás de la guitarra: hace un año, Carla Bruni entró a internet y se encontró con la noticia de que regresaba a la música, incluso un adelanto que se podía escuchar en la web del periodico digital Atlantico.fr. La voz susurrante de la canción francesa golpeó la mesa y demandó a la publicación por adelantarse a sus planes. Su regreso a la música sería a lo grande.
Un año después -con su esposo, Nicolás Sarkozy, derrotado en las últimas elecciones presidenciales de Francia- la heredera de una fortuna avaluada en más de 11 mil millones de pesos lo decreta y vuelve a la música. Bruni renunció a su sello, el independiente Naïve Records, y fichó por la multinacional Universal, alistando la llegada de su cuarto álbum, Little french songs, para abril de este año. Será una colección de versiones para clásicos franceses, desde Charles Aznavour y Charles Ternet.
Tras participar como modelo para una marca de audífonos y aparecer en la película de Woody Allen Medianoche en Paris, la música era la arista que faltaba para su regreso a las luces. Desde que a finales de 2007 Sarkozy entró al Palacio del Elíseo con ella del brazo, Bruni pausó su carrera en vivo. Alcanzó a publicar un álbum pocos meses después de convertirse en Primera Dama: Comme si de rien n'était, por el que recibió fuego cruzado: la criticaron por comparar a su esposo con "una droga clase A", recibió una queja formal del gobierno colombiano por hacer una metáfora con "un polvo blanco de Colombia" y se metió en una polémica en que su sello defendía el éxito arrollador de la italiana nacionalizada francesa con 300 mil unidades vendidas y el Sindicato Nacional de la Industria Fonográfica rebajaba la cifra a 80 mil. Suficiente alboroto para que la ex maniquí, antigua pareja de Mick Jagger, Eric Clapton y Kevin Costner, se replegara al protocolo.
El regreso de Bruni apunta a revivir su éxito antes de su retiro político. En 2007 aparecía en el mundo su segundo álbum, No promises, y ese fue el año en que su música arribó a Chile, importada por el sello CNR. Ahí llegó Quelqu'un m'a dit (2002), el debut de la cantante que comenzó a distribuirse en Chile al mismo tiempo. Fueron las canciones de ese álbum -en particular, el tema homónimo- las que crecieron entre los auditores locales, y desde su arribo, en cinco meses estaban en todas partes, en la parrilla de las radios y la publicidad de productos femeninos. El disco superó las dos millones de copias en el mundo y en Chile logró 5.217 unidades.