La muerte del gitano Hugo Jovanovic, en febrero de 2006, se transformó en uno de los funerales más masivos y especiales que recuerden los trabajadores del Cementerio General de Chillán.

Señalan que en aquella ocasión, decenas de camionetas, provenientes de diversas zonas del país, llegaron hasta el recinto a darle la última despedida a uno de los patriarcas más importantes que ha tenido el pueblo zíngaro. Cada metro que avanzaba la urna hasta su última morada era rociado con agua para poder limpiar su camino y que su alma pudiera descansar en paz, según dicta la tradición. Los cercanos al fallecido merodearon por más de dos días las calles aledañas,

Sin embargo, para ellos este tipo de hechos no son algo inusual, pues en el recinto hay decenas de mausoleos y nichos pertenecientes a familias de la etnia nómade. Muchos se atreven a asegurar que el Patio 1 del campo es el cementerio de los gitanos. "Yo tengo muchos descendientes enterrados allá. La razón es que como muchos viajamos durante todo el año de norte a sur, Chillán queda en el centro y es más cómodo para ir a visitarlos, pues está cerca de la carretera", dice Eva Chandía Nicolich.

La mujer cuenta que para ellos la muerte es un ritual muy importante. "Nosotros velamos por unos días a nuestros seres queridos en las carpas y, luego, los enterramos con las cosas que más les apetecían en vida. Incluso, muchos se van con joyas y dinero".

Al recorrer las bóvedas donde permanecen los cuerpos, los visitantes se pueden percatar que están decoradas con alfombras, cortinas y fotografías del difunto.

Además, encima de la carpeta, los amigos y cercanos, les dejan paquetes de cigarrillos, vasos con bebidas, cervezas, hasta platos con su comida favorita. "Esa es la mejor forma de homenajearlos y mantener en la mente su memoria", dice Chandía Nicolich.

Hernán Betancourt se desempeña hace 25 años como contratista en el cementerio chillanejo. Pertenece a una tercera generación de albañiles que se dedican a la construcción de mausoleos y afirma que un sinnúmero de gitanos ha hecho trato con él. "Uno podría desconfiar de ellos, pero son impecables pagadores. Ellos con la muerte no juegan y no les gusta quedar debiendo, en ese sentido son bien estrictos. No regatean en nada. (...). Su vida es de ir de lugar en lugar, pero cuando dejan de existir, les preocupa quedar bien".