Hace seis años comenzó a circular en español la novela Bucarest, del músico brasileño Chico Buarque (67). Podría haberlo sido, pero no era una rareza: era su séptima novela. Ganadora del Premio Jabutí, el más reputado galardón literario de Brasil, era la fascinante historia de un ghost writer que lo abandona todo -familia, país, etc.- y se instala en Bucarest, al caer rendido ante la lengua húngara.
Bucarest terminó de consolidar la carrera literaria de Buarque, el más querido referente actual de la bossa nova. Sobre todo, logró que la faceta literaria del músico dejara de ser un secreto y cruzara las fronteras de Brasil. Y este año, aparte de lanzar el disco Chico, el novelista también está de vuelta.
Publicada en español en agosto, la nueva novela de Buarque, Leche derramada, está hace pocos días en librerías chilenas. Viene bien recomendada: "Es una de las novelas más importantes lanzadas en Brasil en esta primera década del siglo XXI", dijo el diario O Globo.
La novela es el monólogo final de Eulálio Montenegro d'Assumpção: postrado en un hospital, bordeando la muerte y recibiendo dosis periódicas de morfina, cuenta la historia de su vida. Fue un hombre rico, hijo de la oligarquía esclavista; morirá pobre y solo. En ese relato, Leche derramada registra de fondo los cambios culturales y políticos que ha experimentado Brasil en los últimos 150 años.
"Cualquier cosa que recuerde ahora me dolerá; la memoria es una vasta herida", dice Montenegro d'Assumpção, que le habla a su hija, a una enfermera y a quien se acerque a su cama. El televisor siempre está encendido. Más allá se oye el rumor de Río de Janeiro.
Basada ligeramente en los recuerdos de los padres del músico, la pianista María Amelia Cesario Alvim y el sociólogo e historiador Sergio Buarque de Hollanda, Leche derramada es una novela sin demasiada acción: el viejo, ya centenario, va de un tema a otro, las mansiones entre grandes haciendas cafetaleras de su familia, los viajes a París a derrochar dinero con su padre, la mujer que lo abandona, una hija que perderá. Es una historia del viejo Brasil desapareciendo. "Un Brasil que persiste en la mentalidad de mucha gente", aseguró Buarque al diario El País de España. Y agregó: "El viejo país con sus antiguos dueños, el antiguo poder, los dueños del dinero, la perplejidad ante ese nuevo país que crece. La incapacidad de admitir que será de otras familias, otras clases".