EN EL ULTIMO tiempo hemos observado diversas señales de preocupación en el mundo minero respecto al ritmo que están adquiriendo el desarrollo de los importantes proyectos de inversión en nuestro sector. En el marco de Expomin 2012, anunciamos que el catastro de proyectos de nuestras empresas asociadas, más Codelco, ascendería a US$ 100.000 millones en los próximos 10 años. Sin embargo, estamos percibiendo cada vez con mayor fuerza que aspectos clave para su materialización los están obstaculizando y retrasando de manera inquietante.
Las principales causas que están poniendo en riesgo la ejecución de dichos proyectos, al menos en los plazos que había internalizado el sector y el país en general, tienen relación con la energía, disponibilidad de recursos hídricos y capital humano. A ello se agrega la incertidumbre jurídica respecto de los permisos medioambientales otorgados por la autoridad, asociada a la aplicación del convenio 169 de la OIT.
Nuestro gremio ya ha manifestado con anterioridad sus inquietudes ante la paralización de algunos proyectos energéticos y mineros, producto de las interpretaciones dadas a la aplicación de dicho acuerdo, generando una judicialización de muchos de ellos, con su consiguiente retraso y/o paralización. Adicionalmente, los costos de inversión de capital han ido aumentando fuertemente, al punto que actualmente el costo de las inversiones se ha más que duplicado.
Lo anterior ha provocado un clima de creciente incertidumbre, menor rentabilidad de las inversiones y disminución de nuestra competitividad internacional. No es descartable que esto motive un replanteamiento de algunas inversiones y la paralización definitiva de otras en los próximos meses.
Desde nuestra perspectiva, el Estado chileno -y me refiero aquí a los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial- tiene el deber irrenunciable de generar instancias políticas que den certeza jurídica a nuestra institucionalidad, destrabando y facilitando la concreción de dichas inversiones para asegurar nuestro tránsito al desarrollo en esta década.
Como empresarios de la gran, mediana y pequeña minería, nos sentimos también responsables de esa tarea. En cualquier caso, debemos cuidar la competitividad y el liderazgo de nuestra minería a nivel mundial. Señales de alerta ya tenemos en este sentido. De hecho, durante el decenio 2000-2010 aportábamos el 34% de la producción mundial de cobre, mientras que hoy estamos en menos del 32%.
El país ha logrado un crecimiento económico significativo en los últimos dos años, junto a importantes avances en materia de empleo, superación de la pobreza y calidad de vida en general para todos los chilenos, por lo que es fundamental dar la debida importancia a estas señales, porque cuando se retrasan los distintos proyectos, el aporte al crecimiento social y económico del país también se aplaza, con el negativo impacto que esto acarrea para todos los chilenos.