EL FRAY Sergio Olmedo acompaña desde 1999 a peregrinos católicos en nombre de la Custodia Franciscana de Tierra Santa, que se encuentra en Israel, Palestina, Jordania, Egipto, Líbano, Siria y Chipre. "Estos días aquí se viven con gran intensidad, ya que estamos en los lugares protagónicos de la historia de la salvación. Las actividades comienzan el Domingo de Ramos desde Bethfage, que es donde el Señor monta el burrito para entrar a Jerusalén, y transcurren toda la semana hasta el Lunes de Resurrección (que acá celebran los cristianos ortodoxos)".

Este año, además, la Semana Santa está siendo especialmente intensa: no sólo porque en esta ocasión la celebración de los católicos romanos (latinos) coincide con la de los católicos ortodoxos, sino porque además en los mismos días, entre el pasado miércoles 15 y el martes 22 de abril, se celebra el Pesaj judío, festividad que conmemora la liberación del pueblo hebreo de la esclavitud de Egipto. Esta es, en Israel al menos, la principal festividad de la época, y por esta última razón es probable que varios servicios públicos de la ciudad antigua de Jerusalén estén a media máquina en uno de los momentos de mayor atochamiento del lugar.

En la actualidad, hay entre cinco y seis mil chilenos viviendo en Tierra Santa. Alrededor de la mitad son judíos y tienen ciudadanía israelí, pero hay otro grupo importante de católicos. Se estima, además, que cada año más de 500 chilenos viajan a hacer turismo a esa zona que desde acá se ve increíblemente lejana. Para fray Sergio, que tiene 48 años e ingresó a la Orden de los Frailes Menores (franciscanos) en 1992, a pesar de que hoy en día se habla de un "turismo religioso" el término correcto es "peregrinaje". "No es hacer tours, es hacer una experiencia religiosa. Es vivir la fe". Él ha sido guía de varias delegaciones chilenas y acompañó a los ex presidentes Patricio Aylwin y Sebastián Piñera junto a sus esposas, a los 33 mineros sobrevivientes de la mina San José y a diversos grupos parroquiales y laicos. Hoy fray Sergio vive en el Monte Tabor, Galilea, lugar de la transfiguración de Jesús y que desde 1621 es santuario y convento franciscano, pero antes fue durante nueve años el superior de un convento en la ciudad de Jerusalén.

Fuera de la ciudad antigua

Quienes contratan servicios turísticos para conocer Tierra Santa ven, sin duda, la cara más amable de la ciudad. Las agencias se preocupan de mantener a los visitantes al margen de dificultades, pero los chilenos residentes afirman que no hay que perder de vista que esta es una zona en permanente tensión y que, aunque efectivamente los ánimos tienden a relajarse en esta época, la situación de conflicto está latente. "Jerusalén es una ciudad fascinante, pero también es parte de uno de los conflictos más antiguos de nuestra humanidad", dice la chilena Jenny Monsalve, quien vive en Jerusalén oriental, en el barrio de Shuafat, hace tres años por el trabajo de su marido.

Como su casa está al lado palestino de la ciudad, ya está acostumbrada a tener que pasar por los checkpoints o puestos de control militar israelíes y ha visto cómo policías y militares a veces les cortan el paso a los peregrinos. Incluso en 2012 recibió un golpe en el pecho con la culata del arma de un soldado israelí. "Él estaba intentando dispersar a quienes queríamos entrar a la ciudad antigua para rezar en el Santo Sepulcro", dice la historiadora de 27 años.

Pese a eso, explica que vivir estas fechas "es impresionante e impacta profundamente. Tiene elementos de extremo fervor que te dejan asombrado. Poder estar en los lugares precisos que son relatados en la Biblia es una experiencia única". Y es que en esta zona, todos los días desde el Domingo de Ramos hasta el Lunes de Resurrección hay distintas actividades: el Jueves Santo se puede vivir el lavado de pies en el Cenáculo, el lugar preciso de la Última Cena. Luego se hace una reflexión en la Iglesia de las Naciones, en Getsemaní, y se parte en procesión con velas rodeando la parte sur de los muros de la ciudad antigua hasta llegar a San Pedro de Cantagallo, donde según la tradición católica se encontraba el apóstol Pedro cuando negó a Jesús. El Vía Crucis de Viernes Santo se hace siguiendo exactamente la ruta que Jesús hizo con la cruz, siguiendo cada una de las estaciones desde la Iglesia de Flagelación hasta el Santo Sepulcro, cruzando toda la ciudad antigua de Jerusalén.

Otro de los momentos de gran atractivo es la Fiesta del Fuego de los cristianos ortodoxos, durante el Sábado Santo. Allí se realiza una gigantesca procesión de personas con velas y antorchas a través de la ciudad antigua de Jerusalén hasta llegar al Santo Sepulcro. Luego se realiza la vigilia pascual, con cantos y velas alrededor de la tumba de Jesús.

"Lo ideal es poder ir acompañado de alguien que conozca bien el lugar o investigar mucho previamente, porque es una construcción muy diferente a los templos e iglesias que nosotros conocemos y no hay una explicación allí mismo que ilustre la importancia de lo que se está observando", agrega Jenny.

Xavier Abu Eid, sin embargo, recomienda visitar no sólo los lugares que los operadores israelíes ofrecen y recorrer más. "Hay comunidades cristianas hermosas que cuidan de iglesias muy antiguas como Burqin, Aboud, Nablus, Taybeh y Jericó, que no son muy conocidas por turistas. Si van a Belén, no sólo entren a la Natividad, sino que caminen, conozcan gente, duerman en hoteles palestinos y vivan la experiencia de la Tierra Santa siendo parte de ella, no solamente consumidores", dice.

En ese mismo contexto, lugares como Tabgha, Cafarnaum y Qana (Caná), este último donde fue el primer milagro de Jesús en las famosas bodas del mismo nombre, son destinos fuera de Jerusalén que bien valen una visita. Por ejemplo, se puede hacer una bonita navegación en barco por el lago Tiberíades (mar de Galilea) y recordar los pasajes donde Jesús pescó junto a sus discípulos y entregó sus enseñanzas.

Este cientista político de 28 años, lleva viviendo seis años ahí. Es hijo de inmigrantes palestinos radicados en Chile y se fue a la zona como asesor del equipo negociador palestino. Es católico, va a misa regularmente y lleva ayunando más de 40 días. Pero a diferencia de años anteriores, este Domingo de Ramos no pudo participar de la procesión que se hace en Jerusalén porque producto de su cargo, el gobierno de Israel no le ha permitido el acceso a la zona este donde está el Santo Sepulcro y el Monte de los Olivos. "Realmente me partió el corazón", confiesa y se queja porque según él, Israel cierra Jerusalén a los palestinos cristianos, pero la abre para los turistas que les pagan a los operadores israelíes.

El conflicto entre judíos y palestinos es un tema delicado, "se trata con pinzas por respeto a todos", dice fray Sergio, quien agrega que ha aprendido a tratar con las culturas y costumbres de todos. "Se necesita un cambio radical de mentalidad en las nuevas generaciones. Lamentablemente en el tiempo se ha ido generando una transmisión del rechazo entre las dos etnias con pretextos religiosos. Culpan a Dios de algo basado en situaciones políticas, por lo tanto, netamente humanas. Es imperioso alcanzar una madurez social para llegar a comprender el valor y la riqueza que existe en el otro", concluye.