Edward Zang se sienta en un café de Providencia y explica en un castellano, salpicado por algunos términos en inglés, que hace un año y 11 meses llegó con un primo a Chile, con la meta de desarrollar un futuro empresarial: "Fue mi idea. Mi loca idea. Espero que no me culpe por eso", dice riendo.

Tiene 25 años y creció en el puerto de Qingdao, que él compara con Valparaíso. Como la mayoría de sus compatriotas es hijo único (por las políticas de control de natalidad de su país) y hoy reparte sus horas entre las cátedras de administración de empresas que toma en la U. Santo Tomás; los cursos de chino que dicta en un instituto capitalino y de Rancagua, además de las clases que da particularmente. Fue en una de éstas donde conoció a su novia chilena, con la que hoy vive en el centro.

"Hago muchas cosas para sobrevivir, pero quiero hacer un negocio acá, porque Chile tiene productos muy interesantes: alimentos, alcoholes, algas, hongos de muy buena calidad y está el Tratado de Libre Comercio entre China y Chile (firmado en 2005). Chile es un país que todavía se está desarrollando, así es que tiene más potencial", resume.

Casos como el suyo están en aumento. De acuerdo con las estimaciones de la Subsecretaría de Interior y Extranjería, en 2010 había en Chile 5.208 ciudadanos chinos, contra los 1.653 que fueron contabilizados para el Censo de 2002. Esto implica un aumento de un 215% en este período, lo que convierte a esta comunidad en la tercera con mayor porcentaje de crecimiento, tras Perú y Colombia. Lo anterior, dentro del ranking de las 10 colonias extranjeras más grandes del país, donde China ocupa el décimo lugar .

Este país, además, está en el top 10 de las nacionalizaciones: con 91 casos entre 2008 y 2010. De ellos, 29 se registraron el año pasado.

Quiénes llegan

Si bien hay registros de inmigrantes chinos desde la Guerra del Pacífico, y en 1971 la Unidad Popular reconoció a la República Popular China, la inmigración actual está fuertemente vinculada con los tratados comerciales.

El empresario turístico Hexing Wang y presidente de la Asociación Gremial de Empresarios Chinos, describe el perfil de sus compatriotas que han llegado al país, especialmente tras la aplicación del tratado comercial: la mayoría son hombres, que después traen a sus esposas. Tienen entre 20 y 40 años y provienen de las provincias del sur de su país. Su escolaridad mínima es de cuarto medio, en el caso de quienes llegan a montar pequeñas empresas de importación y exportación, y una formación universitaria, en el caso de los inversionistas en minería, celulosa y vinos, entre otros.

La comunidad más grande está en Santiago, pero también hay otras en Antofagasta, Iquique y Arica, especialmente, por los negocios ligados a la minería (China es el principal comprador mundial de cobre).

Wang llegó al país en 1984, su profesión inicial fue el periodismo, y cuenta que entonces la inversión anual entre ambos países era de US$ 6 millones, mientras que en 2010 alcanzó los US$ 20.000 millones.

Afirma que, pese a este crecimiento, no todos los empresarios chinos permanecen acá. "Primero, por la barrera del idioma" y, además, por desconocimiento de la legislación local, en materias de leyes laborales y regulaciones sanitarias. Por ello, explica que ha ofrecido charlas en estas materias para sus compatriotas, pero que es también necesario un esfuerzo mayor del gobierno chileno en estas áreas.