Cien kilómetros -la distancia entre Santiago y la ciudad de San Antonio- fue la extensión de un gigantesco "taco" que por 11 días cientos de camioneros chinos debieron soportar debido al colapso de la carretera G110 que une la ciudad de Beijing con la región de Tíbet. La congestión logró ser eliminada ayer, luego de que las autoridades levantaran los cortes dispuestos en la ruta debido al inicio de obras de extensión de la red carretera nacional dispuesta por el régimen chino.
Relatos de corresponsales extranjeros en la zona señalaron que ayer y casi de la "noche a la mañana" la carretera amaneció despejada, pese a que en principio las autoridades habían previsto que pasarían varias semanas antes de que el tránsito volviera a regularizarse. Según agencias como AFP y DPA, durante la noche de ayer se levantaron los cortes, lo que permitió avanzar a los camioneros.
Desde el pasado 14 de agosto la congestión había provocado que la fila de camiones -principalmente cargados con carbón traído desde el interior de Mongolia- repletaran la carretera. Además, la ruta es hasta ahora la única vía de comunicación con Tíbet, por lo que es frecuente la presencia de grandes vehículos de carga con alimentos, frutas y verduras para esa región.
Sin servicios básicos, muchos camioneros relataron que pasaron los días protegidos debajo de sus vehículos, para evitar el intenso calor. Otros pasaron el tiempo durmiendo en improvisadas colchonetas o jugando cartas abrigados a la sombra de los acoplados de sus vehículos.
La congestión también generó un sorpresivo nicho de actividad comercial para los lugareños, quienes aprovecharon la ocasión para ofrecer alimentos y agua a los conductores a altos precios.
El taco también dejó al descubierto el déficit de infraestructura vial que tiene la segunda mayor economía del mundo, cuando cada año se suman más de 13 millones de automóviles al parque automotriz, sin que existan carreteras de alta velocidad que absorban el aumento del tráfico vial.