Dos horas antes todo se detuvo. La subasta de una colección de 85 piezas de Joan Miró, propiedad del Estado portugués, había superado distintos obstáculos en ese país: las 10.000 firmas de personas del mundo del arte e intelectuales que se oponían, el rechazo de la Dirección General de Patrimonio y la demanda auspiciada por cinco diputados opositores para frenar la venta, que ayer fue denegada por la justicia.

Finalmente, fue el criterio de Christie's el que la canceló. La casa de subastas anunció dos horas antes del inicio del remate que la colección de Miró no saldría a la venta. El motivo: las "incertezas legales" que no les permitían garantizar a sus clientes la seguridad de la compra.

La colección sería protagonista de la venta de arte impresionista y moderno fijada para las 19 horas de ayer en Londres. Formada por 85 piezas, incluía pinturas, collages, dibujos, gouaches y esculturas que recorrían toda la vida artística del español (1893-1983). Su precio de salida sería 35 millones de euros, pero se estimaba que podrían incluso recaudar más de 70 millones. Sin embargo, ni un euro llegará por ahora al Estado portugués que, por el contrario, podría tener que pagar hasta cinco millones de euros en indemnizaciones.

El Estado de Portugal había decidido vender las obras para pagar parte de las deudas que acarrea desde la misma operación de salvataje en que se las adjudicó. El Estado nacionalizó el 2008 el Banco Portugês de Negócios, para evitar su quiebra, y en esa operación quedó con sus deudas y posesiones, entre ellas la colección de Miró. Las obras habían sido adquiridas el 2006 por la empresa financiera al empresario japonés Kazumasa Katsuta. La idea es que esta colección, la más grande del artista fuera de España, alimentara un fondo de inversión.

Ni el banco ni el Estado portugués exhibieron las obras. Salvo algunas que fueron parte de una muestra en el MoMA el 2009, la mayoría había estado guardada hasta ahora.