Después del grito y del portazo, la convicción: "Esto llegó hasta aquí". Y vuelta a intentar analizar cómo salir de la crisis a través de un puñado de escenarios posibles: con y sin pareja, con y sin hijos, con y sin ayuda económica, en la misma casa o en un departamento más chico... y así hasta que se pase la rabia o hasta que llegue la nueva crisis. Porque de llegar, llega, y la mayor parte de las veces, sin concretarse el escenario catastrófico que siempre aparece después del portazo.
Una dato antes de seguir: lo que pone fin a los matrimonios no son las grandes crisis; son las pequeñas y constantes discusiones.
El detalle -nada de menor, por cierto- de que son las peleas diarias las nocivas, fue constatado por una investigación realizada por la doctora de Sicología de la Universidad de Michigan (EE.UU), Terri Orbuch, que siguió a 373 personas durante 22 años. De acuerdo a los resultados, lo que pone fin a las relaciones son los pequeños desacuerdos cotidianos. ¿Por qué? Según la investigadora, la frustración diaria, que se produce por falsas expectativas, llama al desastre.
Ahora, la idea -no se confunda- no es escapar de la discusión. Porque, por si le sirve saberlo, un estudio de la Universidad de Michigan, que siguió durante 16 años a 370 parejas, comprobó que las que evitaban las discusiones se divorciaban más que las que preferían evitarlas; las parejas que seguían unidas eran las que discutían más y tenían la capacidad de conversar sus problemas a fondo.
Lo bueno es que a partir de estos estudios, investigadores del instituto de parejas Gottman, en Estados Unidos, identificaron cinco patrones comunes que son destructivos en las discusiones; es decir, cinco trampas en las que cae la gran mayoría de las parejas, o mejor, cinco estrategias para no caer en los cinco patrones o cinco trampas más comunes de una relación.
Antes de empezar a describir cada una de ellas, una información de utilidad pública: los expertos distinguen entre la pelea constructiva y la destructiva. Cada una se caracteriza por el tipo de argumento y forma en que se enfrentan las parejas cuando tienen un problema. También se pueden medir en cómo concluyen, es decir, en si las personas terminan aliviadas o angustiadas. En ese entendido, los comportamientos que se describen a continuación son para, justamente, evitar ese instante en que el diálogo se transforma en un "siempre es lo mismo", dicho a los gritos y segundos antes del portazo.
1.- Sin víctimas, la pelea avanza hacia algún lado: La sicóloga norteamericana Cecilia D´Felice, experta en temas de parejas y dueña del famoso sitio web de citas, Match.com, en unas declaraciones al periódico inglés Daily Mail recomienda que en medio de una pelea y cuando uno de los dos tome la posición de víctima, en vez de decir "por qué me pasa esto", trate de decir "me siento atacado". Ese comentario en medio de la discusión, dice la sicóloga, puede permitir que ambos estén obligados a detenerse e intentar reconocer qué es lo que está pasando, de paso se termina con el rol de víctima y agresor, que la mayoría de las veces finaliza por entrampar la pelea y volverla destructiva.
2.- No evada, porque sólo pospone el problema: la segunda trampa, según el Instituto Gottman, es evadir los problemas, una estrategia común y equivocada que lo que consigue es evitar puntualmente una pelea a gritos, pero que mantiene las dificultades en el mismo estado; es decir, sin resolver.
De acuerdo a los especialistas, lo más aconsejable es no guardarse los problemas, porque eso no sólo provoca conflictos en la pareja, sino también en la salud de quien se contiene para no entrar en la discusión. Cuando las personas no se expresan -generalmente ocurre más en los hombres- aumentan en su cuerpo las sustancias químicas vinculadas al estrés (cortisol y adrenalina) y se debilita el sistema inmune.
Por esto, la meta es que la pareja en discusión haga el intento de escucharse sin interrupciones. Si logran ponerse de acuerdo sin que ninguno salga de su posición, los resultados serán muy positivos.
3.- No reaccione a la defensiva (es mala idea): Una reacción muy común, tanto que es considerada la tercera trampa, es la de reaccionar defensivamente en una discusión. De acuerdo a los expertos, cuando uno de los dos se planta frente al otro desde una posición de defensa, la comunicación se rompe. Lo que ocurre es que ambos tratan de protegerse de críticas para no asumir responsabilidades. En esos términos, comentó al períodico inglés D´Felice, la manera de resolver esta situación es que los involucrados en la pelea aprendan a identificar verdaderamente qué sucede con ellos mismos y dejen de lado la autoprotección excesiva. Es difícil llegar a acuerdos, dicen los especialistas, si no hay un autoanálisis previo.
4.- Nunca pase el límite hacia las críticas personales: Considerado el cuarto comportamiento nocivo, el Instituto Gottman establece que con las críticas extremas, cuando el asunto pasa al cuestionamiento personal, la relación se tambalea. Según los expertos, esto ocurre porque en un comienzo la persona tiene miedo de expresar lo que considera una queja legítima, por lo que se calla, el resentimiento se acumula, comienzan las descalificaciones y entran de lleno en lo que llaman las peleas destructivas.
5.-Olvídese de frases del tipo "no tequiero escuchar", porque, de verdad, no aportan: "¡No te quiero escuchar!", así, con énfasis, con harto signo de exclamación, con un tono de voz alto y cara de desprecio. Eso, según lo expertos, es precipitar el punto muerto de una discusión; es provocar con mucha rapidez que la conversación caiga en el rechazo mutuo.
Las situaciones se pueden resolver si ambos tienen las ganas de mejorar la relación, por eso los especialistas aconsejan que antes de lanzar la famosa frasecita, el que la iba a decir busque la raíz del desprecio y lo hable abiertamente con la contraparte. Una discusión con buenos argumentos puede generar que la relación de pareja sea analizada "con los pies bien puestos en la tierra" y se logren resultados positivos.