1. Los tiranos ya no funcionan
Dwight Schrute es uno de los mejores vendedores de la empresa Dunder Mifflin, donde transcurre la serie The Office, pero también es famoso por carecer casi por completo de habilidades sociales. Dos ejemplos: cuando fue elegido jefe regional, su primera decisión fue pintar su oficina de negro para intimidar a sus subordinados. ¿Otra idea genial? Al encargarle la elección de un nuevo plan de salud para los empleados, determinó que un resguardo de ese tipo era para los débiles y eligió la opción con menos beneficios.
Gary Topchik (experto en conducta organizacional, académico de la U. de California y vicepresidente de la consultora TTG) dice en su libro Gerente por primera vez que los días de los "déspotas de escritorio" quedaron atrás. Opinión compartida por Tiziana Casciaro, profesora de la Escuela de Negocios de Harvard, quien en el libro Fuse explica que en muchas empresas las personas prefieren trabajar con alguien agradable y un tanto incompetente que con alguien talentoso y odioso: "La forma en que evaluamos las competencias de los demás cambia dependiendo si nos agradan o no".
Los estudios respaldan esta posición. Un informe de la U. de Pennsylvania (EE.UU.) comprobó que el pensamiento estratégico está muy ligado a la inteligencia emocional. Mediante resonancia magnética, se reveló que los más hábiles para resolver problemas no sólo tenían una actividad menor a la esperada en la corteza prefrontal (ligada al raciocinio), sino que también tenían reacciones mucho más intensas en las áreas relacionadas a la empatía y al procesamiento de estímulos sensoriales y la evaluación de las emociones de los demás.
Casciaro recalca que ser hábil para hablar con la gente requiere descifrar sus intereses. Su consejo táctico: "Hay que hallar ese gancho que hace que las similitudes sean más visibles. Por ejemplo, tal vez conozca a un hombre de 60 años siendo una mujer de 30, pero tal vez a ambos les guste el basquetbol".
2. "Jefe" y "amigo" no son lo mismo
En un episodio, el gerente Michael Scott decía confiar en que sus empleados lo consideraran "primero un amigo y luego un jefe". Una intención noble, pero poco realista, según refleja una encuesta de los portales SodaHead y YouTell: de 722 encuestados, el 81% consideró que un empleado no debería tener a su jefe en su lista de amigos de Facebook (reacción comprensible si se considera que otro sondeo de Fierce Inc. muestra que uno de cada tres trabajadores dice conocer a alguien que ha sido amonestado por publicar contenidos inapropiados).
Una amistad con las jerarquías puede sonar agradable, pero según indica la columnista laboral Liz Wolgemuth en su blog Inside Job de la revista US News, no funciona: "Intente despedir a un amigo o decirle que le tuvo que quitar un beneficio". Linda Hill, profesora de administración de negocios en Harvard, advierte en Harvard Business Review que si se desarrolla una cercanía excesiva con el jefe, éste "no podrá tomar decisiones difíciles pero necesarias, evaluar con precisión o plantear críticas. Si se trata de quedar en buenos términos con cualquiera hará excepciones con ciertos individuos que los demás considerarán injustas".
3. Podemos hacer lo que nos gusta
Pam es la recepcionista y no le ve mucho futuro a su puesto: "No creo que este empleo sea el sueño de muchas chicas", dice en un episodio. Pese a eso, relega su afición al arte e incluso rechaza una pasantía de diseño gráfico. Aunque para muchos es difícil creer que podemos hacer lo que nos gusta y que nos paguen por ello, los expertos lo creen posible.
Una táctica es considerar trabajos ligados de alguna forma a nuestras aficiones. Jenny Hart, ex archivista de un museo en Austin (EE.UU.), dice a US News que hace siete años se volvió aficionada al bordado, pero al mismo tiempo se decepcionó de los aburridos manuales que vendían las tiendas: un año después creó Sublime Stitching, empresa que vende kits modernos y atractivos a librerías, tiendas de regalos y sitios web.
Cheryl Simpson, experta estadounidense en coaching laboral, agrega en US News que si la alternativa es volverse independiente, lo aconsejable es tener seis meses de sueldo en el banco. "Seguir el modelo part time también es útil y ayuda a responder el dilema '¿Realmente quiero hacer esto'?", asegura.
4. Un despido no es el fin
Jan Levinson, una ejecutiva de nivel medio, es un personaje fuerte y eficiente. Pero su vida se vuelve un caos y termina siendo despedida. Una situación como ésta genera una fuerte crisis (en una encuesta de la cadena ABC de EE.UU., 92% declaró sentir estrés al ser despedido y 62% dijo experimentar rabia), pero puede ser una oportunidad para reinventarse.
En su libro The Girl's Guide to Kicking Your Career Into Gear, la publicista Caitlin Friedman dice que no es necesario decirle al mundo por qué nos despidieron; lo mejor es explicar que tras pasar años en una empresa "decidimos explorar otras oportunidades".
Agrega que concertar encuentros -ya sea para almorzar o tomarse un trago- les hace saber a nuestros contactos que estamos en el mercado laboral y también "rompe el tentador ciclo de usar pijamas y ver televisión todo el día".
5. No subestime a quienes lo rodean
Uno de los grandes enigmas era quién se quedaría con el puesto que dejó vacante Jan Levinson. El gerente regional Andy Bernard y otros funcionarios fueron entrevistados para conseguir el trabajo… pero la sorpresa fue mayor cuando el elegido fue Ryan Bailey, quien partió como reemplazante temporal y era despreciado por ser muy joven y poco experimentado. Pero Ryan tenía una maestría en administración de negocios (MBA) y ninguno de sus colegas se había dado cuenta.
Lilit Marcus, ex recepcionista, fundadora del sitio web Crushable.com y autora del libro Salvemos a las asistentes, explica en el portal MNN.com que todos quienes rodeaban a Ryan estaban cegados y no se dieron cuenta de la competencia que representaba: "No lo habrían ignorado si le hubieran prestado la atención debida a Ryan desde el comienzo".