De Nueva York a la Patagonia y de Mumbai a Melbourne, el cine gastronómico viaja y se afianza en la pantalla. En los últimos meses se estrenaron varias películas en las que el escenario principal es la cocina y los protagonistas, cocineros. Los chefs son nuevos gurúes, gente con un mensaje para transmitir. Con las manos en la masa y el delantal blanco, no sólo hablan de cómo mezclar ingredientes y cuáles son los secretos para un relleno más jugoso. También cuentan sobre los caminos de la vida y sobre ellos mismos.
Herederas del inolvidable filme danés La fiesta de Babette, ganadora del Oscar en 1987, Julie & Julia, Como agua para chocolate, y otras tantas, las películas de cocina sirven un menú lleno de matices, texturas y pasión. En Un viaje de diez metros, dirigida por Lasse Hällstrom, la genial Helen Mirren interpreta a una elegante y despiadada propietaria de un restaurante con una estrella Michelin en un pueblito de la campiña del sur de Francia. Su mundo es perfecto hasta que un buen día llega la familia india Kadam y abre un restaurante exótico y ruidoso justo enfrente. Enseguida empieza la guerra entre masalas y cocciones largas, entre la espontaneidad y el rigor. Poco a poco, en el universo de manteles blancos y champagne extra brut, se hace un lugar un chef que lleva tatuada en la memoria la cocina de su madre muerta y el sabor de la India amada, tan lejos de Francia.
De la misma forma que cuando Anton Ego, el temido crítico de Ratatouille, prueba, justamente, el primer bocado del ratatouille que preparó la ratita, y se ve cómo esa cucharada lo lleva directo a la casa de su abuela, la cocina tiene el poder de trasladarnos a momentos íntimos. Nos lleva de la mano y nos deja ahí, sentados en una mesa de otra época, con seres queridos que quizás ya no están.
En el libro Creatividad S.A., el fundador y director de los estudios Disney-Pixar, Ed Catmull, un quijote de la investigación y el trabajo de campo, cuenta que cuando estaban haciendo Ratatouille, un equipo viajó a Francia y pasó dos semanas cenando en extraordinarios restaurantes con estrellas Michelin, visitando sus cocinas y entrevistándose con sus chefs. También, aclara, recorrieron las alcantarillas de París, donde viven muchas ratas. "Cuando la gente sale de viaje de investigación siempre vuelve cambiada". Así es como en la cocina de Ratatouille y en otras cocinas de película se cuidan los detalles en una obsesiva búsqueda de autenticidad que el espectador agradece.
Menú degustación, de Roger Goual, cuenta la historia de un restaurante en la Costa Brava catalogado como uno de los mejores del mundo que está a punto de cerrar. Uno se imagina que podría ser El Bulli, de Ferrán Adrià, aunque en la ficción la chef sea mujer. Una pareja logra reservar, con un año de anticipación, una mesa para la última noche. Cuando llega el gran día, están separados. Hace bastante que no se ven ni hablan, pero como es una ocasión tan especial deciden ir de todas maneras. La noche está estrellada y en un lugar donde todo debe ser perfecto y sin errores surgen problemas que se solucionan con el gran aliado de la cocina: la creatividad. En esa noche diáfana todo apunta a la palabra estrella en el mundo del consumo de hoy: la experiencia. Ya no se trata de ir a comer sino de atravesar una experiencia destinada a ocupar un lugar privilegiado en los recuerdos.
En el boom del cine gastronómico no podían faltar, claro, los foodtrucks, tan de moda. Dirigida y actuada por Jon Favreau, Chef cuenta un viaje en un camión de comida con un chef temperamental que hace unos sándwiches tan buenos que rápidamente se vuelven virales en las redes sociales y en cada puerto tienen cientos de fanáticos. Una road movie con comida rápida de autor y la participación de Sofía Vergara, que a sus 43 años se ha convertido en una de las figuras más vistosas de esta temporada en Estados Unidos, con portada en revista Vanity Fair incluida.
Y también hay amor: la cocina y el romance suelen estar cerca en el cine. En la película india Amor a la carta, la confusión en la entrega de un almuerzo en Mumbai y la emoción que la comida deliciosa provoca en el que la prueba por azar son el comienzo de una historia romántica por correspondencia, que incluye arroz, chapatis y picante.
Chefs en primera persona
Ficción y no ficción, los dos géneros son válidos en esta voracidad por abrir las cocinas. Primero con su programa Sin reservas y luego con Partes desconocidas, Anthony Bourdain fue uno de los pioneros en esto de los cocineros mediáticos que combinan paisajes y cocinas; viajes y hornallas, y disfrutan de comer como una experiencia superior. Más tarde llegaron los concursos Top Chef y MasterChef, donde también las recetas, las anécdotas y la vida confluyen. Aquí, claro, se suman la competencia y el deseo de fama, algo que no tienen los tradicionales programas didácticos de El Gourmet y otros canales de cocina.
Ahora Netflix se suma a la tendencia del cine gastronómico con Chef's Table, una serie de seis documentales de cocineros famosos del mundo.
"Cuando cocino no puedo pensar en otra cosa, mi mente está ahí, es sólo ese momento, todo se basa en sentir, es como meditar", dice la japonesa Niki Nakayama, dueña del restaurante Naka en San Francisco y una de las protagonistas.
Mientras habla, Niki prepara un plato con la delicadeza y el cuidado de alguien que arropa a un bebé. Toda la fuerza minimalista de Japón entra en un kaiseki único e irrepetible. Pero la comida y la marca de autor no son el plato fuerte de estos documentales. Lo más interesante surge cuando los chefs muestran sus flaquezas, su forma de ver la vida y sus elecciones. Niki, por ejemplo, habla de cómo todavía le pesa la faceta estricta de su padre. "Todavía siento la presión de tratar de complacer a alguien que nunca estará complacido".
El cocinero argentino Francis Mallmann deja claro que él podría haber seguido el camino de los cinco tenedores y la gastronomía de lujo, pero prefirió el fuego, los fuegos. "Siempre cocino en la naturaleza, en lugares remotos y con fuego. Mi mensaje es levántense del sofá, dejen la oficina y salgan".
Los seis cocineros que protagonizan la serie de Netflix están entre los cincuenta mejores del mundo, pero sobre todo, son obsesivos. Si no, pregúntele al sueco Magnus Nilsson que abrió un restaurante en el mismísimo medio de la nada, un lugar en el que durante seis meses hay nieve y una simple huerta es una utopía. Pero él tuvo una idea y la sacó adelante. El chef de lo extremo predica sobre la fuerza de la voluntad y habla de volver a la esencia.
Además de las cocinas y los pensamientos, estos documentales muestran los paisajes y la cultura que influyó en cada uno.
En septiembre, además, se estrenará en el Festival Internacional de San Sebastián en septiembre el largometraje documental La nueva cocina gallega, protagonizado por los integrantes del Grupo N9ve, que reúne a más de veinte cocineros de vanguardia de Galicia. La mirada es amplia y la despensa no se termina en el mar, sino que abarca la cocina "de antes y después del plato, la de delante y detrás de los fogones, la del mar y la de la tierra, la del éxito y la del sacrificio". La película recorre los pueblos y paisajes de robles y bruma de la campiña gallega a través de los sabores.
Sí, cada vez hay más cocina en la pantalla. Será porque al abrigo de los fuegos se habla de todo y se cuentan secretos que no siempre tienen que ver con ollas y sartenes.
Cine con condimentos
Las historias de cocina y de cocineros se afianzan en la pantalla con películas, documentales y Chefs Table, la primera temporada de la exitosa serie de Netflix.