A 91 millones de ciudadanos asciende la clase media baja en Brasil -llamada también clase "C"-, convirtiéndose así en el sector socioeconómico más numeroso de Brasil. Esto, gracias al ascenso de 27 millones de personas que antes pertenecían a las clases D y E, según datos de la Fundación Getulio Vargas, dados a conocer ayer por la agencia Ansa.

Con una renta familiar de US$ 600 a US$ 2.600, la clase C era en 2003 el 37% de la población brasileña, porcentaje que en 2008 creció a 49%. Le siguen las clases D, con el 24%; E, con el 16%, y los grupos A y B, que sumados representan el 10% de la población.

La expansión de la clase C gatilló un cambio del mapa social y de consumo. Ahora este grupo de 91 millones de personas es el 46% de la renta nacional. El estudio añade que los estratos A y B (10 millones de brasileños) captan más del 40% de los ingresos, lo que da cuenta de la gran concentración de riqueza, que no ha podido revertir el gobierno del Presidente Lula da Silva.

El crecimiento de la clase "C" tuvo un "efecto Viagra", dinamizando varios aspectos de la economía, señaló ayer el diario brasileño O Globo. ¿La razón? Una cifra relevante de nuevos miembros de la clase media baja tiene más años de estudio, son más calificados laboralmente y tiende a firmar contratos de trabajo formales.

Si bien el brasileño promedio del grupo "C" en algún porcentaje recibió apoyo de planes sociales, es más laborioso y genera más riqueza: tiene celular, computador y en un porcentaje creciente paga un crédito inmobiliario, dijo Macelo Neri, del Centro de Políticas Sociales de la Fundación Getulio Vargas. Con el arribo de la clase "C" al mercado de consumo, el 60% de las innovaciones de productos de las grandes empresas apuntan a ese nuevo público de la clase "C".