Señor director:

Todo estamos en contra del delito. Nos sentimos afectados por el temor a ser asaltados, robados en nuestras casas, víctimas de quienes no tienen respeto por la propiedad ajena.

Las personas que por distintas razones eligen hacer daño, robar y apropiarse -casi siempre con violencia- de lo que no les pertenece tienen solucionado el tema de la “educación” para el delito. Cuentan con una universidad gratuita que, sin créditos de ningún tipo y sin necesidad de estudios, ni exámenes de grado, sí de prácticas reales y concretas, los valida. Me refiero a los medios de comunicación, especialmente la televisión. Ella muestra a diario cómo perfeccionar estos sistemas de robo. Sin ir más lejos, la semana pasada, en un programa matinal, una nota se titulaba: “Los errores que aprovechan los ladrones”, y en ella se mostraban las deficiencias en la seguridad de los hogares, los descuidos de las personas en su protección personal y comunitaria que son aprovechadas por estos profesionales del delito. Quienes no habían tomado en cuenta estas falencias, a partir de este programa pueden estar atentos a lo que se les mostró.

Son valiosas horas de programación, costosas horas que motivan a conseguir, en pocos minutos, con algunos riesgos y mucha desviación, lo que no podrían conseguir en años de trabajo honesto y responsable.

Estoy segura de que sería mucho mejor que estos programas, los medios y todos aquellos que tienen acceso a la exposición pública nacional, se dedicaran a enseñar y divulgar lo que realmente anima y ayuda en nuestro día a día. ¿Se han preguntado si esto es realmente lo “que vende”? ¿Por qué no se muestra con la misma vehemencia lo que es el esfuerzo, la verdad, el respeto, la lealtad y todo aquello que nos lleva a vivir en paz? Alguien dijo que eso “no vende”, sin probarlo ni comprobarlo.

Habiendo tantas cosas buenas que promover y mostrar a través de los medios, ¿por qué nos llenan los espacios de calamidades?

Paula Claro H.