Un duro golpe, y por partida doble, recibieron ayer las finanzas públicas. Por un lado, el cobre, principal exportación del país- anotó su menor precio en seis años tras cotizarse en US$ 2,42 la libra, mientras que el dólar cerró en US$654, su mayor valor desde diciembre de 2008. Durante la jornada, el metal rojo cayó 2,28%, mientras que en lo que va del año el precio ha retrocedido 15%.
Para los expertos, dos fueron los factores que incidieron en la baja del precio del cobre: el valor del petróleo y el aumento de las tasas en Estados Unidos.
"Los metales tienden mucho a seguir al petróleo, que es un mercado más grande, que tiene un impacto gigante en el valor del dólar y en las expectativas de los grandes fondos de inversión", afirmó el académico de la UC, Gustavo Lagos.
Ayer el petróleo West Texas Intermediate (WTI) finalizó la jornada en US$49,19 el barril, tras caer 3,28%. En lo que va del año, acumuló un retroceso de 14,45%.
A este factor, se suman las expectativas que tiene el mercado sobre el anuncio del alza de tasas de la Reserva Federal (Fed) y que a juicio de Juan Carlos Guajardo, director ejecutivo de Plusmining, "ha provocado que el valor internacional del dólar alcance niveles muy altos".
Ambos expertos coinciden en que detrás de estos eventos puntuales, el escenario de bajos precios del metal se venía observando "desde hace un tiempo" y se extendería hasta 2017.
Lagos sostiene que "el precio para el próximo año y 2017 continuará bajo, incluso más que este año, pero por sobre los US$ 2,50 la libra", debido a un mayor volumen de cobre disponible en el mercado.
Guajardo, por su parte, si bien coincide con Lagos con respecto al aumento de los inventarios de cobre, añade que China será un factor clave. "La economía China está demandando menos commodities y está en un periodo de ajuste de su crecimiento, y eso es lo que explica esa tendencia" puntualizó.
Alza del dólar
Fue precisamente la debilidad del cobre lo que impulsó la divisa estadounidense, que en lo que va del año acumuló un incremento de $ 47.
Alexis Osses, jefe de estudios de X Direct, estima que a mediano plazo el dólar se podría ubicar en una zona de resistencia de $ 660. Sin embargo, enfatiza en que "si en la próxima reunión de la Fed no suben la tasa, veremos caídas hasta posibles soportes de $ 620 o $ 618 en los próximos dos meses".
Alejandro Fernández, gerente de estudios de Gemines, sostiene que "un dólar fortalecido en los mercados internacionales explica la debilidad del peso y la mayor devaluación provoca presiones inflacionarias, lo que hace prever un empeoramiento de la proyección de IPC para este año".
En ese sentido, el economista estima que la inflación a diciembre se ubique en 4% o, incluso, levemente por sobre esta cifra. La inflación de junio, que en 12 meses se ubicó en 4,4%, nuevamente por sobre el rango meta del Banco Central (4,4%), hizo que los expertos corrigieran al alza la estimación de inflación para el año. Para julio los pronósticos se ubican en 0,4%.
Ingresos fiscales
La alta inflación, el débil crecimiento económico y el fuerte retroceso del precio del cobre, ponen al gobierno en "una situación fiscal menos holgada" como lo señaló ayer el ministro de Hacienda, Rodrigo Valdés, en el Congreso.
Alejandro Fernández afirma que "en la medida que el escenario negativo se mantenga, eso también altera las previsiones de ingresos fiscales tanto efectivas como estructurales y, por lo tanto, también hace más restrictiva las posibilidades de la política fiscal para aumentar el gasto público y satisfacer las demandas que existen". Agrega que si la situación fiscal se complica, hay pocas perspectivas de avanzar a un balance estructural y con una interrogante en el mediano plazo de cómo se va a resolver este escenario complejo entre ingresos fiscales que crecen menos de lo necesario para satisfacer la demanda.
Por otra parte, Gustavo Lagos, puntualiza en que la caída del precio del cobre tendrá efectos sobre la recaudación fiscal, ya que "cada centavo de dólar de precio impacta en US$ 50 millones de ingresos fiscales".