Comisión de Bomberos




A COMIENZOS de enero, la Cámara de Diputados, por amplia mayoría de votos, acogió la moción de parlamentarios que buscaba crear una Comisión Permanente de Bomberos. De acuerdo a lo señalado por sus promotores, se trata de institucionalizar una comisión que “en la práctica” ha funcionado como tal desde el año 2000 y que busca canalizar “las necesidades y desafíos que van originándose en el día a día” del Cuerpo de Bomberos.

La medida llama la atención. No por su interés en apoyar la labor del sistema de Bomberos, como lo define la Ley Marco de los Bomberos de Chile que el Congreso aprobó hace menos de tres años, sino porque se trata de una tarea muy específica que bien podría ser asumida por otras comisiones permanentes de la Cámara en caso de ser necesario. Porque las comisiones tienen por objeto “el estudio pormenorizado y especializado de cada uno de los proyectos de ley y de las materias que son sometidas a su conocimiento” y no parece recomendable que una institución tan relevante como Bomberos se vea involucrada en la tramitación de tantas iniciativas como para justificar una comisión exclusiva.

Pero eso no es todo. Los parlamentarios reclaman una carga de trabajo legislativo excesiva, que les dificulta el análisis acabado de los proyectos de ley y, en el caso de los diputados, también su deber fiscalizador hacia el Ejecutivo. Una comisión más, tan específica como la señalada, no avanza en la tarea de despejar la agenda y priorizar objetivos. Por el contrario, más bien se interpreta como una representación de intereses específicos que bien podría confundirse con una intervención excesiva en los asuntos internos de una institución autónoma como es Bomberos. En especial, cuando el propio Congreso ya discutió por largo tiempo y actualizó la legislación relativa a este sistema de urgencias.

El “estudio en profundo y en comisión permanente, de cada una de las problemáticas y desafíos que reviste la función de Bomberos de Chile”, como anticipa el informe de los diputados, corresponde, precisamente, a la propia institución. La Cámara efectuará su contribución sólo en la medida que esos desafíos impliquen una modificación legislativa, tal como ocurre con otros organismos que prestan valiosos servicios a la comunidad.

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