Cuando el Presidente de Alemania Paul von Hindenburg tomó la decisión de designar a Adolf Hitler como el nuevo canciller del país, el 30 de enero de 1933, Joseph Goebbels sólo esperó a que el nuevo "Kanzler" ocupara su oficina para escribir en su diario de vida una observación casi frívola: "Es casi como un sueño. El Führer ya trabaja en la Cancillería".

Pocas horas después, el jefe de propaganda del partido -quien, desde marzo de ese año se convirtió en ministro de Propaganda alemán-, hacía desfilar, a través de la Puerta de Brandeburgo, a miles de militantes que portaban antorchas, banderas con la cruz gamada y que gritaban a todo pulmón: "¡Heil Hitler!". Ese día marcó el comienzo de la llamada "toma del poder" del Partido Nazi.

Ochenta años después del comienzo del capítulo más siniestro de la historia moderna de Alemania, las autoridades quisieron recordar la llegada al poder del dictador con una sobria exposición que será inaugurada hoy por la canciller Angela Merkel, en el museo "Centro de la Topografía del Terror", un edificio moderno que fue construido en el mismo lugar donde, hace 80 años, tenía su sede la temida Gestapo. La exposición -"Berlín: 1933. El camino hacia la dictadura"- tiene la meta de recordar al público, gracias a fotografías, reproducciones de documentos originales y muchos textos, que hace 80 años Hitler fue nombrado canciller del país y que, tan sólo en seis meses, el nuevo régimen utilizó todo su poder de represión para instaurar una dictadura. Pero la exposición y la presencia de la canciller en el día de la inauguración son un nuevo ejemplo de que ese oscuro capítulo aún sigue estando presente en la memoria colectiva de las autoridades y muy posiblemente de la población.

La muestra también desea enseñar que Berlín es ahora una metrópolis abierta al mundo, que no oculta su pasado y que tampoco se avergüenza de levantar monumentos para recrear los pecados cometidos hace 80 años. En un radio de un par de kilómetros cuadrados, la capital erigió varios monumentos dedicados, tal como lo dijo Avi Primor, un ex embajador israelí, para inmortalizar su propia vergüenza. "Sólo los alemanes tienen la valentía y la humildad para hacerlo", dijo. A un costado de lo que fuera la monumental Cancillería de Hitler se levanta ahora el monumento dedicado a rendir un eterno homenaje a las víctimas judías del holocausto.

A pocos metros se levanta un monolito de hormigón que recuerda la persecución y los sufrimientos de los homosexuales, y recientemente el ministro de Cultura, Bernd Neumann, inauguró un monumento para recordar la persecución que sufrieron las etnias gitanas Sinti y Roma. Más de medio millón de gitanos murieron en los campos de la muerte de los nazis que llegaron al poder hace 80 años, en un día como hoy.