Las condiciones económicas en Perú son buenas: este año y el próximo, indica el consenso de las estimaciones de los analistas, su tasa de crecimiento será la mejor de toda América Latina, exceptuando Panamá, en Centroamérica. Sin embargo, el estallido de una serie de conflictos sociales en las provincias del país ha empezado a preocupar a los inversionistas, particularmente extranjeros.
Hay precedentes para la preocupación. Hace menos de un año el Presidente Ollanta Humala declaró un estado de emergencia para extinguir protestas en la provincia nortina de Cajamarca contra una expansión avaluada en US$ 4.800 millones de Minas Conga, propiedad de Newmont Mining, la mayor compañía minera de oro del mundo.
Esta vez, sin embargo, aunque los analistas no desconocen los conflictos, les restan relevancia o estiman que mientras se mantengan controlados no serán fuerza suficiente para atenuar el alto crecimiento previsto para esta economía.
"Cuando uno conversa con empresarios y con inversionistas ciertamente ve un nivel de preocupación, tanto por el entorno internacional como por los conflictos sociales", dice Guillermo Arbe, economista jefe de Scotiabank en Lima.
"Nosotros hace casi dos años estamos diciendo que efectivamente Perú es un caso de éxito, pero que no ha logrado tener un efecto de goteo. Eso quiere decir que el crecimiento económico llegue a algunas regiones, entre ellas la mayor parte de la zona con actividad minera, y donde también se verifica una ausencia de los servicios que provee el Estado, como educación y salud", explica Alejandro Grisanti, analista de Barclays Capital, en Nueva York.
"Perú crece entre 6% y 7%, pero este progreso se concentra demasiado en las grandes urbes, como Lima; nos preocupa mucho esa labor incumplida, la cual deriva de tanto en tanto en esta conflictividad", añade.
¿Puede esto asustar a los inversionistas extranjeros?
"No tenemos ninguna evidencia de que este fenómeno esté afectando significativamente las decisiones de inversión" por el momento, dice Arbe. No obstante, Grisanti advierte que ello sí podría ocurrir "de continuar los conflictos. (En ese caso) Perú va a sentir un efecto sobre la inversión, que puede ser solo que se retrase, pero puede ser efectivo".
La inversión crece
Los conflictos se están dando en las provincias de Cajamarca, al norte, Puno, al sur, y en Espinar, provincia de Cusco,también al sur del país.
"Estas no son zonas de actividad económica significativa. Entonces, hay un punto de preocupación, pero al mismo tiempo la demanda real está creciendo", indica Arbe.
De hecho, un estudio elaborado por Scotiabank analizó un portafolio de 48 proyectos mineros con un valor de US$ 53.000 millones, de acuerdo con el Ministerio de Energía y Minas local. El 85% de la inversión minera está en 21 de esos proyectos, es decir, los más grandes. Pero entre ese subgrupo, "usando una definición bastante amplia del término conflicto social, descubrimos que 11 eran los proyectos que tenían algún nivel de problema, y que solo 3 o 4 estaban postergándose. Los otros no han llegado a ese nivel", detalla Arbe.
Todo lo contrario a un retraimiento de la inversión, esta en el sector minero sigue batiendo récords: si en 2010 fue de US$ 4.000 millones, en 2011 fue de US$ 7.400 millones.
"Y entre enero y abril de este año, que es el último mes para el que tenemos datos, la inversión en minería está un 40% más alta que en el mismo período del año pasado", agrega Arbe. A su juicio, "el tema del conflicto social puede afectar a proyectos individuales, pero no a la inversión minera en su conjunto".
El mismo analista añade que, al tratarse de conflictos en torno a proyectos mineros, de haber algún efecto, este se daría en la inversión minera propiamente tal. Y esta representa un 18% del total invertido en el país.
Al respecto Grisanti puntualiza que "no solo se trata del tema del porcentaje de la inversión minera sobre el total: la estabilidad es fundamental para financiar las inversiones que este sector atraiga, mientras que este es también clave en la economía por su gran capacidad de generación de empleo".
Con todo, Grisanti pronostica que el PIB peruano crecerá 6,7% este año y 6,5% el próximo, "las tasas más rápidas de la región, exceptuando a Panamá. Esta proyección tiene como supuesto que los conflictos no se incrementarán y que serán controlados".
Su estimación es más optimista incluso que la del Banco Central local, 5,8% y 6,2% para ambos años, y que las de Arbe, de 6,2% y 6,3%, respectivamente.
Frente político económico
En el ámbito de la política económica las noticias también son positivas.
"Las condiciones macroeconómicas reflejan una recuperación de la economía peruana, después del shock que causó la elección presidencial", el año pasado, opina Grisanti.
"Ha habido un proceso de aprendizaje en torno a este gobierno con un presidente estatista. Pero por el lado de política económica hay una continuidad con los regímenes anteriores. Hay un énfasis en programas sociales, pero eso es algo que está consensuado a lo ancho de la sociedad peruana", explica Arbe.
En ese contexto, estima que "de no haber un shock externo, Perú debiera crecer entre 5,5% y 6,5% al año en los próximos cinco años por su propio mérito".
Pero incluso dicho riesgo externo no se presenta como una gran amenaza para la situación peruana, en opinión de los analistas.
"La crisis europea y el entorno global tendrán que ser considerados por las autoridades, pero en el caso particular de Perú la vulnerabilidad externa parece limitada", plantea Grisanti.
"Lo que percibo es que el ambiente internacional anda mal hace bastante tiempo, pero no empeora, de modo que esto ya se ha transformado en parte del status quo. No ha habido un momento Lehman; simplemente se trata de una nube que esta ahí", concluye Arbe.