En varias de las fotos que le tomaron después de su nacimiento el pasado 18 de mayo, Connor Levy aparece usando un "pilucho" que tiene estampada la frase "Hecho con amor (¡y ciencia!)". La leyenda resume a la perfección los orígenes de la corta vida de este niño estadounidense. Su nacimiento, el primero de su tipo en el mundo, no sólo es producto del afán de sus padres por formar una familia, sino que también fue posible gracias a una nueva técnica que mejora la eficiencia de la fertilización in vitro y, de paso, abre la posibilidad del desarrollo de "bebés de diseño" elegidos según su propensión genética a presentar ciertas enfermedades o rasgos físicos.
Marybeth Scheidts (36) y David Levy (41), de Filadelfia (EE.UU.), siempre quisieron tener hijos. Pero luego de intentarlo sin éxito durante cinco años, visitaron una clínica de fertilidad. Allí se enteraron de dos problemas: un bajo conteo de espermios en David y un errático ciclo de ovulación en Marybeth. Las opciones que les presentaron los médicos no los convencieron: uno les recomendó una cirugía invasiva a la potencial madre y otro los instó a considerar la adopción.
Finalmente, y tras la recomendación de un amigo, llegaron al Centro de Fertilidad Main Line del Hospital Bryn Mawr y al doctor Michael Glassner, experto en medicina reproductiva. Bajo su guía, la pareja se sometió a tres intentos fallidos y costosos de inseminación intrauterina, que consiste en colocar esperma en el útero para facilitar la fertilización. Tras este fracaso, el médico les ofreció otra opción: él se había enterado de un nuevo test gratuito creado por expertos de la U. de Oxford (Inglaterra) que buscaban su primer paciente.
¿Su potencial? Identificar un único embrión viable y sano antes de implantarlo en el útero de Marybeth mediante fertilización in vitro, método que consiste en unir óvulos y espermatozoides en un medio de cultivo para que fecunden. Sharon Anderson, directora científica del laboratorio de embriología del Centro Main Line, explica a Tendencias que la ventaja para la pareja era clara: si se detectaba un único embrión sano se reduciría tanto la necesidad de transferir varios embriones para conseguir un embarazo como el consiguiente riesgo de un nacimiento múltiple.
Además, existía un potencial beneficio económico: "En un procedimiento normal, si una pareja genera 10 embriones, dos se transfieren y ocho se congelan. Usualmente terminan pagando varios ciclos de transferencia y congelamiento antes de lograr un embarazo".
Mediante fertilización in vitro se generaron 13 embriones, cuyas muestras celulares fueron enviadas a Inglaterra. Allí se ocuparon máquinas de secuenciación genética de última generación capaces de leer un genoma entero en apenas 24 horas y que generan miles de millones de datos. Usando una única célula de cada embrión se analizó el número de cromosomas (las estructuras que contienen los genes). El dato es clave, ya que casi 80% de los embriones generados mediante fertilización in vitro no logran implantarse en el útero, principalmente debido a alteraciones en su conteo normal de cromosomas (23 pares). El problema es indetectable bajo un microscopio y los que se asientan pese a este defecto nacen con cuadros como síndrome de Down.
El test determinó que tres embriones tenían la cifra indicada de cromosomas. Dos fueron congelados y uno se implantó, dando origen a Connor. Aunque Marybeth y David sólo buscaban tener descendencia y no elegir un hijo según un rasgo particular, los expertos admiten que si lo hubieran querido podrían haber usado el mismo método para leer el genoma completo de los embriones e identificar su propensión al cáncer o al Alzheimer.
Futuro abierto
"Ahora existe el potencial para obtener una cantidad de información sin precedentes sobre un embrión antes de transferirlo al útero. Necesitamos ser muy cuidadosos para que esta información no sea usada por razones triviales que nada tienen que ver con la medicina", dijo Dagan Wells, especialista en fertilidad de la U. de Oxford y líder del estudio, al presentar su informe en la reunión anual de la Sociedad Europea de Reproducción.
Sharon Anderson agrega que los beneficios potenciales de esta tecnología sobrepasan los riesgos de un mal uso: "Los embriones con alteraciones genéticas letales podrían ser identificados antes de ser transferidos, reduciendo el riesgo de abortos espontáneos. Este test identifica el embrión viable que es más propenso a producir un bebé sano".
El debate sobre "bebés de diseño" comenzó a surgir gracias a los diagnósticos genéticos preimplantacionales. Estos tests fueron usados de forma exitosa por primera vez en 1990 y con el paso de los años se popularizaron como forma de detectar el riesgo de futuras malformaciones o enfermedades graves durante procedimientos de reproducción asistida. Un ejemplo es el Instituto de Genética y Fertilización In Vitro de Virginia (EE.UU.), que creó un método que compara el mapa genético de padres y embriones para detectar el riesgo de casi 15.000 enfermedades como distrofia muscular o cáncer de mama.
Según sus creadores, el examen teóricamente podría ser usado para identificar color de piel o nivel de inteligencia. "En el futuro cercano, los padres podrán testear el genoma de sus embriones y elegirlos basándose ya sea en enfermedades, características cosméticas o rasgos conductuales", dijo Hank Greely, director del Centro de Biociencias de la U. de Stanford, a New Scientist.
Precisamente, en 2009 una clínica de Los Angeles (EE.UU.) causó un escándalo al afirmar que su test preimplantacional permitía elegir embriones según su color de pelo u ojos. La condena pública fue inmediata y, pese a recibir numerosas peticiones por el servicio, el programa se canceló. Hoy parejas de países como Gran Bretaña -donde estos tests con fines no médicos están prohibidos- viajan a países como EE.UU. para asegurarse, por ejemplo, de tener hijos de un cierto sexo.
Un ejemplo de lo que podría lograrse está en un estudio del Centro Médico Erasmus de Holanda, cuyos expertos probaron que el color de ojos y pelo se puede predecir a partir de una mínima muestra de ADN, información que usan para ayudar a resolver crímenes. Los mismos expertos están creando tests para predecir rasgos como mejillas prominentes o una nariz más pequeña. "Por ahora, el color de ojos y cabello es lo único que se puede predecir con cierto rango de precisión a partir de ADN", dicen los autores.
Dagan Wells recalcó a New Scientist que es difícil que su método se use para diseñar bebés, ya que los embriones portan la genética propia de sus padres: "Es imposible que dos personas de 1,6 metros produzcan un jugador de basquetbol". Mientras tanto, Marybeth y David están atentos a la posibilidad de expandir su familia, pues tienen otros dos embriones genéticamente sanos para elegir: un niño y una niña.