Señor director:

Durante días hemos sido informados de un “estado de alerta ambiental” por signos dañinos para la salud, que afectan mayormente a niños, ancianos y a quienes padecen enfermedades respiratorias crónicas, lo que no implica que el resto quede libre de efectos. Esta situación acontecerá muchas veces si no hay cambios sustanciales.

Las autoridades conocen las causas: exceso de CO2 y gases dañinos provenientes del uso de autos, camiones, buses y del humo de chimeneas industriales, de leña para calefacción y para diversos fines. Por ello, se limita el número de vehículos y se sanciona a quienes transgredan las reglas. Estas medidas no han dado resultado, como confirman las numerosas gripes.

Y lo que sucede es que las causas de este problema no son sólo las indicadas, sino también el exceso de habitantes  y la cantidad de polvo en suspensión  proveniente de las casas y edificios que se derrumban para construir otros  que los duplican en altura. Todos son factores responsables. Llamo a este variado estado de cosas “centralismo”, que es la acumulación de actividades de todo tipo en el territorio capitalino.

El centralismo, que no es aconsejable bajo pretexto alguno, debe ser definido con óptica humana, sanitaria, administrativa y urbana. Se nos advierte que es urgente tomar medidas que favorezcan el “regionalismo”, porque existe espacio nacional suficiente para fundar nuevas ciudades con calidad de vida, que no sean las ciudades-dormitorio que agravan la situación.

Santiago debe expandirse horizontalmente y no en forma vertical, con sede empresarial central y sedes regionales, con cadena de colegios diversos bajo las mismas reglas de su casa central, con servicios públicos de igual categoría,  transporte local y nacional y hospitales de última tecnología.

Sara Navas Bustamante
Abogada