Sí, tuve una infancia burguesa. Mi papá no era rico, pero tenía buena situación económica. Estuve en el Saint George, que ahora no es de los más high, pero en esa época sí lo era. Mi padre era abogado y mi mamá dueña de casa. Fue una infancia difícil, porque mi papá y mi mamá no funcionaban como pareja, hubo muchas peleas en mi casa y eso me marcó. No fue una infancia tan feliz.
Vivimos en varias partes. Cuando nací, vivíamos con mis abuelos en la calle Salvador. Había gente que me quería mucho, mi abuela materna era muy cariñosa. Tenían fundos en Curicó. Era una casa con cosas finas, cuadros de Juan Francisco González.
Yo de niño fui muy solitario y en el colegio también. Me refugié en la lectura, la historia. Estudié Leyes, porque en ese tiempo estudiar Historia era condenarse a ser pobre. Estudié Leyes porque mi padre era abogado y yo soy el mayor. Me di cuenta en segundo año que no me gustaba. Y como acababa de ser la reforma universitaria, el currículum era muy flexible. Comencé a hacer cursos de Historia y me gustaron. Me recibí de abogado y estudiaba Historia.
Tengo pésimos recuerdos de la dictadura. Fue una barbaridad. En su momento, el golpe era algo que se venía venir y era inevitable. El despelote popular estaba francamente fracasado. La dictadura fue feroz a los pocos meses. A mí me trataron muy mal, viví 10 años pésimo porque no me daban un grado académico en la Católica, siendo abogado, teniendo un master en Berkeley y doctorado en universidad de París. No me contrataban por más horas.
A mí me amenazaron por teléfono. Pero un gallo que le caía mal, no creo que lo quisiera hacer de verdad. Me dijo: "Le vengo a decir, señor Gazmuri, que lo vamos a matar". Yo creo que fue un alumno al que le fue mal en una prueba. Le dije: "Bueno, si estás decidido a matarme, hazlo, pero no me llames más".
En mi casa eran democratacristianos, yo no era un DC muy fervoroso. Durante la UP fui más militante, pero después fui despreocupándome de la política.
Cuando asumió Patricio Aylwin como presidente, nadie en la Concertación sabía sobre armas y yo sí, porque colecciono y he leído muchísimo. Fui uno de los asesores en el tema. Tuve que discutir con Pinochet y otros generales el presupuesto de las armas. Yo sabía que Chile tenía cinco fusiles distintos y eso en una guerra es desastroso. Esa fue una de las preguntas que le hice a Pinochet y no le gustó nada. No sé por qué me gustan las armas. Como a algunos les gusta la música, los autos, a mí me gustan las pistolas.
Tengo mis manías, como los soldados de plomo. Comencé a coleccionarlos en Cuba, el primer año que se pudo ingresar allí, cuando había que tener una visa. Compré un pirata hace unos 30 años. Y seguí comprando. Me gustan, son bonitos, finos. Además son caros. Tengo a Mussolini, María Antonieta, Pinochet, Hitler y muchos más.
Mi soledad viene por mi niñez, yo tiendo a estar solo. Le tengo temor a la gente, me cuesta. Hice un sicoanálisis que me ayudó, pero no me mejoró. El hecho de estudiar, leer y escribir todo el tiempo no cualquier mujer te aguanta eso.
La película La naranja mecánica me fascina. Siento una cercanía con el protagonista, Alex DeLarge, pero no he matado a nadie. Fui bastante semilla de maldad cuando joven, en la universidad. Eramos rebeldes, maldad pura, como La naranja mecánica. Nos dedicábamos a sacar los basureros de las plazas y se los tirábamos a la casa de un político muy conocido actual, compañero nuestro en Derecho.
La prepotencia me molesta, pero no me convierto en Hulk. Hasta ahora no me he puesto verde.
Creo que hay genios, como Pablo Neruda y Claudio Arrau. Políticos interesantes son José Alessandri Palma, Eduardo Frei Montalva, Portales, Balmaceda. O'Higgins era bien tonto; patriota, pero no era una persona brillante. Carrera era más inteligente, pero más loco.
De los políticos actuales, a algunos les tengo respeto. Camilo Escalona es un socialista moderado, me gusta, un tipo correcto. En cambio, Girardi es un fresco, no debería ser senador. En la derecha, Chadwick no me cae mal, estaba conmigo en la universidad. Creo que Golborne es inteligente, muy capaz. Me gusta la Isabel Allende, la veo muy moderada. A los Walker los encuentro medios fifí. Soy muy amigo de la Mariana Aylwin. Jovino Novoa estaba dos cursos más arriba que yo en el Saint George y no me gusta. En el colegio me miraba para abajo.
Bachelet está muy inflada, no es tan buena. Es simpática, tiene carisma, acercamiento a la gente, que no tiene Piñera en absoluto. Pero si tú ves las cifras de este gobierno, ha sido mucho mejor que el de la Bachelet. De que él es pesado, prepotente, latigudo, lo es.
Yo soy muy de restaurantes. Me gusta la comida alemana, francesa, italiana, española. Me gustan los platos típicos chilenos, la chuchoca, la carbonada, la empanada, el valdiviano. Casi todos los platos típicos, excepto las guatitas.
La Historia me entretiene; me gusta saber por qué pasan las cosas. Va más allá de tener tema de conversación con mis amigos. Llevo más de 30 años haciendo cuatro clases a la semana.
Hay dos tipos de soledades: la que buscas y la que llega, cuando te sientes realmente solo, medio abandonado. Ahí me gustaría estar con una mujer o irme a una casa de reposo, pero donde haya gente inteligente, que se pueda hablar con ella. No moluscos.
Le tengo miedo a que se rían de mí, al fracaso, a que me agredan. Eso viene todo de la niñez. Me molesta que me insulten. Como profesor y autor de libros me expongo siempre. Cuando sale un libro mío sufro las primeras cuatro semanas.