Luego de varias horas inconsciente, el botánico e ingeniero Mark Watney despierta mareado, desorientado y con un fuerte dolor. Tras unos segundos para recuperarse se da cuenta de que su situación es crítica: ha quedado abandonado en Marte. De a poco recuerda que debido a una intensa tormenta de arena, los integrantes de la misión Ares 3 tuvieron que evacuar abruptamente el planeta y que durante el escape él fue herido por una antena. En ese momento se da cuenta de que sus compañeros lo dieron por muerto y lo dejaron, lo que significa que ahora tiene que sobrevivir solo, sin comunicación con la Tierra y con un stock de provisiones que le alcanzan para 300 días, mucho menos que los cuatro años que se va a tomar en llegar la siguiente misión al planeta rojo.

Esta es la premisa de El marciano, una novela que se lee como si fuera un manual de supervivencia espacial y donde el protagonista usa sus conocimientos de física, ingeniería y química para sobrevivir a 225 millones de kilómetros de la Tierra. Su formato es el de un diario de vida donde el astronauta de la tercera tripulación enviada por la NASA a Marte describe con ironía sus desesperados intentos por fabricar agua, cultivar papas o contactarse con la NASA. El autor de esta pesadilla espacial es el programador informático estadounidense de 41 años, Andy Weir, quien se convirtió repentinamente en un exitoso autor: está en el puesto 21 del ranking de escritores de ciencia ficción más populares de Amazon, su rigor científico fue destacado por Chris Hadfield, ex comandante de la Estación Espacial Internacional, y el director Ridley Scott (Blade Runner) filmará una película basada en la novela con Matt Damon en el rol de Watney.

La génesis de esta historia que transcurre en un futuro sin fecha pero cercano es poco común. Desde su oficina en Estados Unidos, Weir se describe como un completo nerd y explica que a los nueve años empezó a divertirse programando computadores y que pasaba horas leyendo obras de ciencia ficción de autores como Isaac Asimov. A los 15 hizo una práctica en los Laboratorios Nacionales Sandia - uno de los mejores centros de investigación en energía de Estados Unidos- y tras estudiar informática en la Universidad de California en San Diego trabajó en varias compañías hasta llegar al gigante AOL. Pero la empresa lo despidió y Weir, que entonces tenía 26 años, decidió que con el suculento finiquito iba a darse el lujo de dedicarse a escribir.

Su primer intento fue un fracaso y su primera novela -sobre alienígenas que tratan de robar unas joyas en el planeta Sephalon- fue rechazada por varios editores por lo que tuvo que volver a trabajar en Silicon Valley. En 2009 se le ocurrió la trama de El marciano, pero esta vez mantuvo su trabajo y empezó a publicar gratuitamente capítulos del libro en su sitio web. Tardó tres años en acabar el relato, pero a medida que avanzaba se empezó a propagar de boca en boca y varios seguidores le pidieron que la ofreciera como e-book en Amazon. "Ya tenía una base de unos cuantos miles de lectores. Los había reunido durante la última década a través historias cortas, webcomics y otros relatos que había escrito", explica desde su oficina en California.

En 2012 finalmente publicó la historia en Kindle y en tres meses vendió 35 mil copias. En febrero pasado salió además en papel en una edición con tapa dura y en noviembre aparecerá publicado en español por Ediciones B. Las ventas de la novela, promocionadoacomo una mezcla entre los filmes Gravedad, de Sandra Bullock, y Náufrago de Tom Hanks, también desataron una batalla campal entre los estudios de cine: ganó Fox, que estrenará la película en 2015. "Nunca pensé que el libro sería tan popular. Asumí que la audiencia estaría formada por nerds como yo, es decir, gente que realmente está interesada en las matemáticas y la ciencia. Pero de alguna forma cautivó a personas a las que usualmente no les gusta la ciencia ficción. Creo que di forma a un personaje principal cuya personalidad atrae a muchas lectores", dice.

¿Cuál fue la reacción de la NASA ante la popularidad del libro y la forma en que narra la odisea de Watney?

He recibido innumerables correos electrónicos del personal del Laboratorio de Propulsión Jet de la agencia (centro que se encarga de fabricar gran parte de las naves robot que la NASA envía a otros planetas). Están muy contentos con la precisión técnica de la historia, aunque admito que definitivamente hay errores que ellos se encargaron de resaltar. Aún así estoy bastante feliz porque mis equivocaciones fueron bastante menores.

El autor reconoce que nunca ha conocido a un astronauta, pero que pese a eso, hace cinco años empezó a imaginar cómo sería un viaje tripulado a Marte: "Naturalmente, en una travesía como esa hay que evaluar múltiples escenarios de emergencias y planes para sortearlas. Me di cuenta de que esas crisis hipotéticas podrían formar una historia bastante interesante".

Su principal inspiración fue una misión real propuesta en 1990 por los ingenieros Robert Zubrin y David Baker, ambos de la NASA. La iniciativa se llama Mars Direct y tiene varias fases. La primera consiste en enviar un vehículo no tripulado a Marte en un viaje que tardaría seis meses. Al llegar su laboratorio empezaría a elaborar el combustible necesario para traer de regreso a los astronautas que llegarían unos dos años después.

En la fase 2, la tripulación de cuatro astronautas realizaría estudios en Marte durante 18 meses. Luego los exploradores regresarían a la Tierra y dejarían montado un hábitat capaz de elaborar oxígeno y cultivos agrícolas para futuras tripulaciones. Aún no se sabe si la Nasa se decidirá a llevar adelante el proyecto, sobre todo porque un viaje tripulado es muy arriesgado. El historial de la exploración de Marte es negro: sólo UN 40% de las naves enviadas a su superficie desde 1960 han llegado a destino y según cálculos de la agencia un viaje tripulado recién se concretará en 2030 o 2040, con una inversión de 100 mil millones de dólares.

¿Cree que esta misión es factible con las tecnologías actuales?

El plan Mars Direct es perfectamente realizable y pienso que es la mejor opción para enviar una misión tripulada. La NASA está avanzando hacia el envío de astronautas, pero hay mucha tecnología que todavía necesitamos inventar. Por ejemplo, sus científicos necesitarán avanzar en el desarrollo de un motor de iones (el cual usa un gas súpercaliente llamado plasma en vez de combustible tradicional y que reduciría a sólo tres meses un viaje que hoy demoraría tres años entre la ida, la estadía y la vuelta). También tienen que crear una nave que gire apropiadamente para crear gravedad artificial para los astronautas, ya que los efectos a largo plazo de la ingravidez -pérdida de masa ósea o alteración de la visión- son demasiados como para correr el riesgo. Creo que hay altas probabilidades de que veamos humanos en Marte en los siguientes 40 años.

Tal como dice Weir, una gran traba es la salud de los astronautas. Mediciones realizadas durante el viaje del robot Curiosity, que partió a Marte en 2011, indican que un viaje de 180 días, más una estadía de otros 500 y el viaje de regreso expondría a los tripulantes a más de la radiación que la Agencia Espacial Europea pone como límite para toda la vida profesional de un astronauta. Esta se asocia a un aumento de la probabilidad de sufrir un cáncer fatal.

Hace algunos años, Stephen Hawking dijo que, pese a los desafíos que representan los viajes espaciales, la humanidad debe expandirse a nuevos mundos si quiere prosperar. ¿Concuerda con él?

Definitivamente necesitamos colonizar otros planetas si queremos que la especie sobreviva. Tener todos tus huevos en una única canasta planetaria es un gigantesco riesgo. Si no me creen, pregúntenle a los dinosaurios. Pero no tiene que ser necesariamente Marte. La Luna es mucho más fácil de colonizar y funcionaría de forma ideal.

Con el fin de darle credibilidad a los intentos de Watney por sobrevivir, el autor debió investigar a fondo. Para empezar tuvo que definir la trayectoria y la órbita de la nave que lleva a la tripulación del Ares 3 a Marte, cálculos que fueron revisados por el padre físico de Weir. También diseñó una reacción química que le permitiera al protagonista elaborar agua a partir de elementos como dióxido de carbono y calculó las calorías necesarias para sobrevivir cuatro años (2.137.500).

En una secuencia del libro, Watney emprende un viaje de casi cinco mil kilómetros, por lo que Weir tuvo que estudiar a fondo el paisaje marciano con las imágenes satelitales de la NASA y Google Mars, una plataforma en línea que permite explorar el planeta rojo.

¿Cuál fue el mayor desafío para darle sustento científico al libro?

Descifrar distintas órbitas. Cuando se trata de naves con cohetes tradicionales la tarea es sencilla, pero al ser una nave con motor de iones la matemática me superaba. Así que creé un software para simular todos los cálculos. Fue mucho trabajo, pero al final lo logré.

Además de los detalles científicos, la personalidad de Watney es clave para la narración. El astronauta usa el humor negro para convencerse de que su situación no es tan crítica y que matar el tiempo con horas y horas de música disco y series televisivas de los 70 que dejaron sus compañeros no es tan aburrido. "¿Qué haría un astronauta del programa Apolo? Se bebería tres whiskey sour, manejaría su Corvette hacia la plataforma de lanzamiento y luego volaría a la Luna en un vehículo más pequeño que el mío. Esos tipos sí que eran cool", se pregunta en una de sus varias crisis.

¿En quién se inspiró para concebir a Watney?

Está basado principalmente en mi propia personalidad, aunque carece de muchos de mis defectos. Supongo que es como yo desearía ser.

¿Cree que la versión cinematográfica puede tener un éxito similar al de Gravedad?

Pienso que el potencial del filme es impresionante. Obviamente, estoy muy emocionado y espero que el producto final sea bueno, pero más allá de mirar desde la lejanía, no tengo una participación directa ni ningún tipo de cameo. La están filmando en Hungría, así que sería un viaje muy largo para mí.