En septiembre del año pasado, una portada de la New York Magazine abrió la polémica. Una mujer de cerca de 50 años posaba desnuda, mostrando un avanzado embarazo. El reportaje, que hablaba sobre mujeres que gracias a la tecnología habían logrado ser madres a los cincuenta y tantos, tuvo coletazos en todo el mundo. ¿Hasta qué edad era conveniente que una mujer tuviera hijos? ¿Habría mejores resultados cuando fueran más jóvenes o cuando ya se hubieran asentado socialmente? De fondo, una pregunta que sigue dando vueltas en la cabeza de muchas: ¿Existe una edad ideal para convertirse en madre?

Investigadores estadounidenses han tratado de dar con una respuesta para esta pregunta y ya han asomado algunas pistas.

Lo ideal para la salud de la madre: 31 años

¿Raro?Lógico, más bien. Para los especialistas, la madurez que alcanza la mujer en esta etapa contribuye no sólo a que se mantenga la buena salud en la etapa posterior al parto, sino que también tiene incidencia hasta más de cuatro décadas después.

Los 31 años fueron determinados por el sociólogo de la U. de Texas en Austin, John Mirowsky, quien reclutó a madres de entre 45 y 95 años e indagó sobre sus indicadores e historias de salud. Para llegar a esta edad ideal, primero estableció que quienes quienes habían reportado sentirse más en forma (mujeres por sobre los 40 años) y enérgicas (por sobre los 60 años), habían tenido a sus hijos, en promedio, a los 29 años. Después, tomó a quienes reportaron la mejor salud general pasados los 40 o 60 años, que habían tenido su primer hijo a los 30. Y, en tercer lugar, las que presentaron menos dolores y enfermedades crónicas, que habían sido madres primerizas a los 34 años. Estas y otras variables arrojaron que la mejor edad para tener hijos, en términos de salud de largo plazo de la madre, eran los 31 años.

Ahora, si bien el sistema reproductivo de la mujer se encuentra en su peak alrededor de los 20 o 21 años, una de las claves para la salud de la madre es el ambiente que la rodea. "Cuando la madre y la guagua se van a la casa, están expuestas a una serie de condiciones sociales y medioambientales que pueden afectar su salud, como presencia de humo de cigarrillo, alcohol o existencia de relaciones más o menos maduras y diferentes condiciones socioeconómicas", dice el sociólogo a Tendencias .

En ese entendido, muchos de los factores mencionados tienden a ser peores cuando las madres son más jóvenes y tienen menos acceso a recursos de todo tipo. Además, de acuerdo a Mirowsky, las mujeres tienden a cuidarse de forma más apropiada cuando tienen más años, han alcanzado mayor educación y mayor estabilidad económica.

Por todo lo anterior es que las mujeres que se convierten en madres a una mayor edad son, estadísticamente, más longevas que las que tienen sus hijos antes de los 30. La razón, según el doctor Carlos Troncoso, director de la Clínica IVI, tiene que ver también con que estén "muy enteradas de los aspectos médicos y, por tanto, controlan su colesterol y presentan bajas tasas de obesidad, lo que puede tener que ver con que vivan más".

Lo mejor para la guagua: 21 años

En este caso, la razón es pura biología. "Las mujeres nacen con una determinada cantidad de óvulos; los mejores se liberan antes. Por lo tanto, cuando avanza la edad se empieza a notar la menor calidad de esos óvulos, lo que puede resultar en malformaciones de la guagua o embarazos más complicados", explica Troncoso.

Otro factor importante es que a esta edad es muy difícil que las mujeres hayan desarrollado enfermedades crónicas que puedan afectar a la guagua, como obesidad o hipertensión. De hecho, en las investigaciones de Mirowsky, esta es la edad es la que presenta menores tasas de aborto espontáneo, embarazo ectópico, muerte fetal e infertilidad.

Otra razón más: Al comienzo de la adultez hay muchas más posibilidades de que una mujer quede embarazada. La escritora Robin Marantz Henig, quien aborda las mejores edades para la maternidad desde diferentes perspectivas en su reciente libro ¿Qué pasa con los veinteañeros?, explica a Tendencias que muchas mujeres tienden a menospreciar el paso del tiempo y que incluso "una encuesta mostró que creían que sus posibilidades de concebir al cabo de un mes intentanto un embarazo eran de 70% para una mujer de 30 años y de cerca de 60% para una de 40 años". En la realidad, dice el doctor Troncoco, la fertilidad decae dramáticamente con los años y pasa de una probabilidad mensual cercana al 23% en los 20 años, a 15% mensual a los 35 y a 5% de éxito tras un mes de intentos después de los 40 años.

Lo mejor para la estabilidad social: 34 años

Acá la razón tiene que ver con que a metas cumplidas, nuevas metas. Por lo general, quienes aplazan la maternidad son las mujeres que han optado a mayor educación o a cimentar sus carreras laborales. Ambos son factores que, según Elizabeth Gregory, directora del Programa de Estudios sobre Mujeres de la Universidad de Houston y autora del libro Listas: Por qué las mujeres están adoptando la nueva maternidad tardía, potencian cuatro elementos importantes para su estabilidad social y la de sus hijos. Primero, al alcanzar sus metas personales, se sienten mucho más listas y dispuestas para enfocarse en la familia. Segundo, tienen más poder adquisitivo, lo que redunda en beneficios de salud y educación para sus hijos. Tercero, tienen más experiencia y, por eso mismo, más confianza en sí mismas. Y cuarto, las solteras que tienen hijos más tarde cuentan con más recursos para mantenerlos adecuadamente por sí mismas. Eso, cuando se da, porque al menos en Estados Unidos, el 85% de las mujeres que tienen hijos a una mayor edad están casadas, lo que posibilita que compartan gastos con parejas de similar condición socioeconómica.

Además está el tema de la vitalidad. Según Anne Barrett, profesora de Sociología en el Instituto Pepper de Envejecimiento y Políticas Públicas del Estados de Florida, tener hijos más tarde hace que las mujeres sientan que su vejez comienza después. Sus hallazgos, publicados en la Revista Advances in Life Course Research, revelan que aquellas que creen que la mediana edad les llega antes que al resto son, justamente, las que reportan mala salud y habían construido familias siendo muy jóvenes.

Según explica Barrett en una columna publicada en Psychology Today, la percepción de la prolongación de la juventud está muy asociada con el retraso de los hijos, ya que estos hacen creer a los padres que son más vitales, principalmente por el esfuerzo físico extra que implica la crianza.