Alejandra Díaz (52): "Mi hijo me quiere ordenar la vida"
"Maaamaaaá…, por Dios" es la frase que más repite mi hijo Javier (29) cuando estamos juntos por las cosas que digo. Con él somos polos opuestos, pero nos complementamos. El es muy clásico, preocupado y detallista, de pantalones Dockers y camisas Polo. Yo soy al lote, si hubiese podido vestirme de gitana toda la vida lo habría hecho. Me encantan los aros grandes y los trapos de muchos colores. Pero para mi hijo, ojalá siempre me hubiese vestido de traje de dos piezas y de lino, con colores beige o pasteles. Siento que le hubiera gustado que yo hubiera sido más clásica. Más conservadora. Nunca me lo ha dicho, pero se le nota.
Es el súper crítico, en general. Pero a mí trata de imponerme un poco más. En el fondo, como que quiere ser mi papá. Me quiere ordenar la vida. Con las mejores intenciones. El tiene muy claro su proyecto de vida, para dónde va y es de una línea muy tradicional. Tiene 29 años, se tituló de odontólogo, se casó a principios de este año y está haciendo un posgrado en ortodoncia. Mi vida, en cambio, ha sido más desordenada. Empecé a pololear a los 15, me casé a los 19 y a los 24 tenía tres hijos. Como no me dejaron estudiar, me instalé con un jardín infantil, después me dediqué a las ventas, me separé, me casé de nuevo. Y esto es lo que me tocó a mí. Si pudiera echar el casete para atrás, tal vez lo haría diferente, pero no más conservador.
Yo puedo conversar con cualquier persona y de cualquier tema, soy muy tolerante, acepto todas las visiones y formas de vida, y me gusta ir más allá de lo que se ve por encima. Mi hijo no: él es más sentenciador, para él las cosas son así porque así tienen que ser y se acabó.
Cuando Javier tenía como 13 años y estaba en su despertar sexual, yo decía: 'Alguien tiene que hablarle de esto'. Me acerqué y le dije lo que iba a empezar a pasar… y él se enojó: me dijo que no eran temas que tenía que hablar con la mamá. Yo le decía: 'Javier, qué mejor que una mujer te diga qué les gusta a las mujeres, que te ayude con las actitudes de conquista'. Pero para él, con la mamá no se habla de sexo. A mí me encantaría que mi hijo me pidiera consejos sobre su intimidad con su señora. Siento que cuando alguien necesita ayuda no se puede avergonzar. Yo soy mujer y creo que le podría explicar qué cosas le gustan a su esposa, pero él jamás lo haría, le cargan esos temas.
Cuando cumplió 17 años y se despedía para salir, yo le empecé a preguntar: "¿Llevas condones? Entonces, ahí me decía eso. A veces lo sentía salir y le gritaba desde la cocina: "Acuérdate de llevar condones". Entonces le escuchaba "Maaaamaaaá". Sé que igual lo agradecía, pero le daba vergüenza. Parece que algunas veces le compré los condones yo misma.
Me acuerdo que cuando terminaba con una polola, se autoimponía un duelo de por lo menos cuatro meses. El consideraba que era una forma de respeto hacia la relación que se acababa. ¿Si yo hacía lo mismo? No. Yo terminaba con un pololo cuando tenía listo al otro. Una vez, cuando tenía como 16 años, me dijo que se iba a tomar su primer trago cuando cumpliera los 18. ¡Y cumplió su palabra! Yo tomé mi primer trago como a los 15 años.
No lo cambiaría, sólo me gustaría que fuera un poco más relajado. Siempre está muy preocupado de todo, pero gracias a eso ha tenido muchos logros, incluso más que yo. Lo que me preocupa es la parte emocional, él no puede exigir lo mismo en el trabajo y en su casa. Lo bueno de todo esto es que nuestras personalidades han llevado a un equilibrio a nuestras vidas: yo le doy el relajo y lo saco de su mundo tan conservador, y al mismo tiempo él me ayuda a veces a no ser tan liberal y relajada. Con él me vuelvo un poco más seria. Pero creo que pase lo que pase, él me tiene que querer como soy, porque soy su mamá.
Andrea (30) "No me gustaba que mis amigas fueran a mi casa"
Desde que tengo recuerdos mi papá fuma marihuana. El es de la generación de los hippies, tiene el pelo largo de toda la vida y escucha la misma música desde los 70. Yo nunca escuché en mi casa la música que escuchaban los papás de mis amigos, conocí ya grande a Camilo Sesto, por ejemplo. En cambio, lo que escucha todo el día eran The Doors, Led Zeppelin, Pink Floyd, y bien fuerte. Esa música me gusta, pero fue inevitable que fuera yo la que le decía a mi papá: "Baja la radio, por favor".
En realidad, yo nunca pregunté qué era. Para mí era normal que fumara. Yo veía los pitos en la casa y también que fumaba con sus amigos. Cuando era chica jugaba con los papelitos de los envases rojos, me gustaban, porque eran suaves. Después, al crecer, me di cuenta que no todos los papás fumaban marihuana. Y cuando era adolescente, me costó entender que a muchos les llamara la atención la marihuana, era lo prohibido y se fumaban un pito escondidos en las fiestas o en los paseos de curso en el lugar más lejano, para que nadie los viera. Me preguntaban si quería probar y nunca me llamó la atención. Qué fome. Aún no le encuentro la gracia y que sea tan valorada, así como que tienes que fumar para ser intelectual, buena onda o artista. Es sólo eso, marihuana.
El mayor problema con lo "peculiar" que es mi padre lo viví cuando era chica y después adolescente. Los papás de mis amigas eran normales o, al menos, eso pensaba yo. A ninguno el pelo le llegaba debajo de la oreja, menos más abajo del hombro, como al mío. Tampoco fumaban pitos o, por lo menos, no se notaba. Eso para mí, ahora que ya tengo 30, no representa un problema, es como es no más. Pero antes sí era un problema. Yo miraba a los papás de mis amigos y eran nada que ver a mi papá. Entonces, cuando mis amigos de colegio iban a mi casa, me decían: "Qué choro tu papá, yo quiero ser como él cuando grande". Me decían eso por su pelo largo, su pinta más relajada y sus poleras artesanales. A mí me daba plancha, mucha plancha, que mis amigas fueran a la casa a buscarme y la música estuviera tan fuerte, y claro, que el olor a pito fuera evidente. Incluso, evitaba esas instancias y trataba de que nos juntáramos en otra casa cuando teníamos que hacer un trabajo para el colegio o para tomar once.
A mi mamá le parecía malo que yo no quisiera invitar a mis amigas. Recuerdo de chica haber llorado por eso y gritarle a mi mamá: "¿Por qué mi papá no puede ser como los otros papás?". Pero no tenía nada de malo, si mi papá es así. Y bueno, seguirá siendo así. Sólo que ahora lo veo y me queda más que claro que crecimos en épocas distintas y tuvimos juventudes distintas nomás. Yo hasta ahora nunca probé los pitos, y ya no lo hice.
*El nombre fue cambiado por solicitud de la entrevistada.
Hernán Sepúlveda (20) "A veces me gustaría que fuera más estricto"
Cada vez que mi papá (Carlos, 49) se asoma por mi pieza y me ve susurrando repite lo mismo: "Ya está rezando el cura Hernán". A veces me echa tallas, porque soy más católico. El cree en Dios, pero no ha pisado una iglesia en años. Desde que me vine a vivir con él también estoy perdiendo la costumbre de ir a misa los domingos. Lo único que hago es rezar en la noche.
Mi viejo se fue de su casa a los 18 años, en plena dictadura. Partió a mochilear a Colombia, Perú, Bolivia y se quedó en Ecuador. Ahí aprendió a hacer artesanías. Desde ese tiempo trabaja como orfebre en algunas ferias artesanales. A mi edad, él era súper independiente y se las arreglaba como podía. A mí nunca se me ocurriría hacer eso…, pescar mis cosas y mandarme a cambiar, no.
A los 15 años me vine a vivir con él y me di cuenta que sigue en la onda hippie. Usa pantalones de cuero, camisas y chaquetas de mezclilla y tiene el pelo súper largo. A veces me dice que me deje crecer el pelo, pero esa onda no va conmigo. Yo prefiero andar de zapatillas, jeans, polerón y pelo corto, me gusta más la onda formal.
Ahora que estoy estudiando Derecho lo que más hago es estudiar. Me paso todo el día leyendo y mi papá no cacha que hay que estudiar tanto. Me acuerdo que una vez estaba estudiando para una prueba brígida. Estaba muy concentrado y sin aviso mi papá llegó con unos amigos y se pusieron a cantar y tocar guitarra súper fuerte. Ahí me enojé y tuve que pararle los carros. Otras veces le da por ponerse a tocar guitarra justo cuando tengo que estudiar.
El tiene una personalidad mucho más extrovertida que yo. Es más cálido y se hace amigos en cualquier lado. Yo paso por un tipo más introvertido. Me gusta ser educado y a veces la gente cree que soy muy frío. A mi papá también le gusta carretear mucho más que a mí. Yo prefiero quedarme en la casa escuchando música, viendo películas y hablando con mi familia, que vive en Ecuador.
Cuando mis amigos conocen a mi papá se quedan con la boca abierta. Yo creo que como yo soy más piola, se imaginan otra cosa. Pero mi papá les cae súper bien, les gusta que sea relajado y que tenga el pelo largo. Me gusta que me digan esas cosas. A veces pienso que sería fome que mi papá se pareciera a mí.
A él le pasa lo mismo cuando está con sus amigos: no le creen que soy su hijo.
Mi papá es súper relajado, se toma todas las cosas a la ligera. Tal vez por eso siempre me ha apoyado en todo. A veces he dudado si sigo en esta carrera y él me dice que si no me gusta o no estoy feliz que me cambie o me tome un tiempo. Eso es bueno, pero a veces me gustaría que fuera un poco más estricto, para que cuando yo esté bajoneado me motive. Pero cuando me ve mal, con tanta buena onda, me da más posibilidades para dudar con mi carrera. Lo bueno, eso sí, es que me ha enseñado a ver la vida con menos dosis de drama, sobre todo cuando siento que fracaso. Yo tiendo a llorar sobre la leche derramada, pero él supera las cosas más rápido y sigue adelante. Siempre me dice: "Hijo, lo importante es no tropezar con la misma piedra y tomarse la vida con más calma".
La última vez que hablamos de política tuvimos una discusión. Fue por los estudiantes. Los dos pensamos parecido, porque somos más tirados a la izquierda, pero él es mucho más radical. El ha ido a tres marchas estudiantiles. Yo no solidarizo mucho con las manifestaciones, porque no me gusta perder clases. Prefiero el diálogo. El cree que está bien que falten a clases, que el fin justifica los medios.
Cuando escuchamos música en la casa también discutimos A él le gusta escuchar rock progresivo a todo chancho. Siempre pone a Pink Floyd o Los Jaivas. Yo prefiero grupos más tranquilos, de rock alternativo, como Coldplay y Muse. Aunque igual me he acostumbrado un poco a sus gustos. A veces, cuando no tengo que estudiar, le pido que me toque canciones.