El comediante George Carlin lo tenía claro: en su rutina de stand-up sobre salir en citas, aclaraba que no soportaba a las mujeres que fueran fanáticas de Nickelback o que no leyeran. O que, si lo hacían, se devoraran los siete tomos de Harry Potter. Para él, eran motivos suficientes para pedirle que se bajara del auto. Más bien, ordenarle que lo hicera. Más allá de los gustos en común, hay varios temas que nos gustaría aclarar desde el comienzo, pero los modales y el pudor nos hacen prolongar dudas importantes. Estas son algunas de las preguntas que a todos nos gustaría que nos respondieran lo antes posible.

¿Qué tanto debo socializar con tu familia? Existen ciertos consensos: los cumpleaños, las graduaciones, las festividades y los funerales son compromisos a los que no se falta. La agenda de la pareja se adecúa para cumplir con todas esas fechas, pero pasar de ellas al almuerzo dominical, la comida con los tíos y, además, recibir a los cuñados en la casa cada vez que quieran "pasar a saludar", puede agotar a alguien poco amigo de los eventos sociales. Y como inventarse idas al dentista o exceso de trabajo sólo funciona para un par de veces, es mejor aclarar desde un comienzo qué tan fanáticos son cada uno de hacer "vida en familia".

¿Tienes hijos o un(a) ex "pegado(a)"? Estos no son temas para hacerse el moderno y pretender que dan lo mismo. Hay que abrir los ojos: van a importar siempre. Los hijos significan ir a algo tan ruidoso y sobrevalorado como el Chuck E. Cheese cada 15 días, pretender que interesan las presentaciones de fin de año y vacaciones en resorts con Club de Niños en vez de un hotel boutique.

Pero nada, nada será peor que esa persona sobre la que está implícita y explícitamente prohibido hablar en la primera cita: los ex que no dan vuelta la página. Toda revista adolescente y cualquier amigo con sentido común recomiendan no hablar del pasado propio ni preguntar sobre el ajeno. No todavía. Pero hey, ¿no es mejor saber de antemano que existe alguien dando vueltas lo suficientemente pegado como para seguir mandándole mensajes de texto o que va a llorarle a su ex suegra pidiéndole que convenza a su hijo(a) de darle una segunda oportunidad? Esa debería ser información de utilidad pública; debiera existir una especie de red social en la que uno alertara a quien le interese sobre posibles acosadores o, por decir lo menos, intentos de boicot a una futura relación.

¿Sabes quién es Mubarak? El tema de contingencia internacional es de libre elección. También podría preguntarse en qué equipo juega Alexis Sánchez o cuál es el porcentaje de aprobación del Presidente de turno; cualquier cosa que demuestre que la persona lee más que los titulares de los diarios en los quioscos.

Porque al rato o eventualmente, se acabará la conversación sobre cómo estuvo el día, a quién eliminaron en el reality de turno o si hay o no restricción para mañana. Y en algún minuto, estaría bueno saber qué opina el otro sobre las marchas por la Alameda, la soga al cuello de Estados Unidos o, por qué no, por quién va a votar en las próximas elecciones. Mejor aún: saber por quién no votaría jamás sería tanto más útil para notar si hay alguna diferencia irremontable en ese aspecto.

¿Eres mamón? Este adjetivo genera debate: algunos hombres se ofenden cuando lo escuchan y otros se reconocen parte de esta especie con orgullo. Lo que importa es qué opinión tiene la mujer que tiene al frente: si no coinciden las opiniones, no hay para qué perder tiempo en una segunda cita -o en terminar la primera. Un mamón le preguntará la opinión de todo a su madre, las recetas de su pareja nunca serán como las que él disfrutaba en su infancia y, ante cualquier problema, la culpa siempre será de la nuera a ojos de la suegra. Si no se está dispuesta a lidiar con eso, ¿por qué no evitarse malos ratos a futuro?