- Con los Beatles

Abrió la puerta y ahí estaba The Beatles tocando La Marsellesa. Era noviembre de 1966 y Adamo grababa en los estudios Abbey Road, de Londres, la canción Pauvre verlaine. "Yo ocupaba los estudios B y ellos trabajaban en el A. No nos habíamos topado, hasta que mi mánager me dice que George Martin (el histórico productor de los británicos) quería saludarme e invitarnos a la grabación de The Beatles". Entraron al estudio y cuando escucharon el himno galo, el mánager le dice que lo están haciendo en su homenaje.

"Tanta candidez la mía", recuerda Adamo. "Pasé seis meses pensando que me habían tocado La Marsellesa, porque ellos imaginaban que yo era francés. Hasta que salió All you need is love (en julio de 1967) y nos dimos cuenta que era la introducción", cuenta sobre el encuentro con unos músicos a los que define como "buenos para las morisquetas, risueños e infantiles".

- El beso de Agnetha

1970. Salvatore Adamo es uno de los invitados a Star Parade, desaparecido programa con música en vivo que transmitía una de las principales televisoras de esa época en Alemania. Esa noche de sábado, también estaban invitados los suecos de ABBA y, sin esperárselo, el ítalo-belga recibió un "cariño" que aún le provoca cierto pudor, cuando ejercita la memoria.

"Fue una locura. Yo conversaba con un productor del programa sobre detalles de mi presentación, cuánto iba a cantar y eso, cuando aparece Agnetha (Fältskog), la rubia de ABBA, una mujer estupenda, y me da un beso en la boca. Así, como si nada. Yo, imagínese, me quedo perplejo y ella me dice 'tú no sabes cuánto me has hecho soñar'". Correcto, el hombre nacido en Sicilia se apresura en aclarar que "no pasó nada más", pero confiesa que Agnetha ha sido una de sus fans más célebres.

- Ovación en el Olympia

Sentía que no estaba listo para tocar en el Olympia, de París, pero su padre insistía, también el director del teatro (el mítico Bruno Coquatrix), y a Salvatore Adamo, que entonces tenía 23 años, no le quedó otra que aceptar y agendar en el recinto de la capital francesa. "Yo confiaba en mis dos canciones más conocidas hasta esa época: La nuit y Tombe la neige, que ya eran éxito en Bélgica, pero no en Francia. Pero, para mi sorpresa, canto esa noche y tengo un éxito tremendo. Tanto que me obligaron a salir 15 veces al escenario para agradecer los aplausos".

"Yo no sabía qué hacer. Estaba paralizado", recuerda sobre la primera de muchas noches consagratorias en ese lugar (volvió en 1967, 1969, 1971 y 1977), pero que aún es recordada como la ovación más larga que se haya visto en el recinto del número 28 del Boulevard des Capucines.

-Viña, 1982

Su primer recuerdo de Chile data de 1969, cuando llegó en helicóptero al Estadio Cavancha, de Iquique, y cantó a ciegas, "por una niebla que no me permitía ver a la gente, hasta que encendieron antorchas y pude distinguir mejor". Pero durante su primer paso por el Festival, en febrero de 1982, experimentó una "crisis de pánico".

"No fue miedo precisamente", explica, "pero esa noche la emoción me jugó una mala pasada". Adamo, que volvió a este escenario en 2004, cuenta que a la altura de la segunda canción, se le cerró la garganta. "Fue la emoción, ciertamente. Me sentí mal y me preocupaba que la gente se diera cuenta de que no estaba cantando. Pensé en los que al comienzo de mi carrera me decían que yo no tenía voz, pero esa noche sí que fue verdad", termina entre risas.