Pudo haber sido objeto de estímulo o reconocimiento, pero para sus estrictos profesores era toda una molestia. Uno de los más tempranos recuerdos escolares de Amy Winehouse era el de ser reprendida fuertemente por cantar temas de Frank Sinatra en clases. Tenía apenas nueve años, pero ese era el repertorio que su padre, el taxista Mitchell Winehouse, le enseñaba a su única hija y la menor de los dos que tuvo con la farmacéutica Janis Seaton.

Todas las crónicas sobre su vida coinciden en retratar una infancia de clase media en Southgate (en el norte de Londres) y con padres separados, pero llena de música y de tempranos estímulos para que se dedicara al canto de manera profesional.

Cuando tenía nueve años de edad, su abuela materna Cynthia insistió en que la niña ingresara a una escuela de teatro y, un año después, ya formaba su primer grupo musical: un dúo de rap llamado Sweet n' sour junto a una amiguita del barrio. Ya algo convencida de que lo suyo iba por la actuación, se cambió de academia, pero a los 14 fue expulsada por su mal comportamiento y porque se había puesto un aro en la nariz.

Algo de ese carácter rebelde y autodestructivo que la hizo tan conocida, ya comenzaba a asomar, pero a los 13 años decidió volcar la bronca en canciones y empezó a componer sus primeras melodías con la guitarra de su hermano Alex.

Parte de ese repertorio fue enviado por un amigo de la época a los ejecutivos de A&R, una agencia de representación con sede en Londres, y el nombre de esta chica de voz adulta quedó archivado por un par de años, hasta que un buscatalentos con buen olfato dio con ella y la publicó.

En octubre de 2003, y con 19 años de edad, Amy Winehouse editó un primer disco llamado Frank y que, en menos de tres meses, logró trepar del lugar número 60 al 13 entre los más vendidos de Inglaterra. El título facturó 600 mil copias y le permitió ganar un Ivor Novello Award (premio a los compositores británicos), postular a los Brit Awards y convertirse en una figura reconocida para la música de su país.

Después de asociarse con Mark Ronson, el verdadero mentor de su sonido más aclamado, Winehouse editó Back to black en 2006, un título que rápidamente se convirtió en un éxito mundial, trayendo incluso de vuelta a Frank a los rankings de popularidad.

Con ese segundo álbum ganó en 2008 cinco premios Grammys durante la misma ceremonia (todo un récord para una cantante inglesa) y vendió más de 15 millones de copias en el mundo, según cálculos a la fecha. El disco no sólo fue consagratorio para su carrera y le abrió las puertas a otras figuras femeninas del canto en Inglaterra: también fue consignado como uno de los mejores discos de la temporada e, incluso, de la década por revistas especializadas como Rolling Stone, Q y Uncut.

Junto con el éxito, vino la exposición y un comportamiento errático que obligó a su sello a relanzar ese disco en varios formatos y suplir la ausencia de nuevo repertorio con reediciones de Frank (en 2008) y un DVD en vivo (I told you I was trouble: Live in London, de 2007).

La intermitencia marcó el fin de su carrera y las últimas canciones que publicó de manera oficial fueron Fool's gold, incluida en la banda sonora de Sex & the city 2 (2008), e It's my party, que apareció en Q: soul cossa nostra (2010), de Quincy Jones, y que fue su último sencillo en salir a la calle.