Le costaba respirar y casi no comía, una afección a las cuerdas vocales no lo dejaba tragar y lo tenía hablando en murmullos, pero Themo Lobos seguía pensando en los "monitos" que debía entregar. Hace un año, la editorial Random House (RH) le ofreció reeditar las 22 aventuras de Mampato, más ocho historias inéditas. Aunque su salud estaba deteriorada y meses atrás fue internado por un ataque de asfixia, Themo Lobos aceptó y fue como si recibiera un segundo aire.
Así, en 2011 se editaron los primeros números y una novela ilustrada del niño colorín: Ogú y Mampato en el Tíbet. Fue el regreso del maestro de la historieta chilena, quien con sus trabajos en los años 50 y 60, en revistas como El Peneca, Barrabases y Mampato, formó a varias generaciones de lectores. Hace dos semanas, el dibujante de 83 años entregó un nuevo cómic inédito en dos partes: ¡Los piratas a babor! y El tesoro de Flint. Tras eso, su salud se derrumbó y el martes pasado fallecía en el hospital Gustavo Fricke de Viña del Mar. "Fue lo último que hizo, alcanzó a colorear a todos los personajes. Sólo los fondos son digitales", cuenta su asistente e hija mayor, Ada.
En la editorial ya trabajan en los cómics, mientras los primeros días de agosto se lanzará Mampato en la ciudad azteca, la segunda novela ilustrada que Lobos hizo junto a su hija. "Sólo redacté lo que mi papá me dictó, tenía todo en su cabeza, siempre estuvo lúcido", dice Ada.
Partir por el final
Mientras en la novela Mampato viaja con el cavernícola Ogú a México, a conocer el pueblo azteca, la ciudad flotante y las pirámides de Tenochtitlán, en los cómics la dupla se traslada a la Inglaterra del siglo XVI, se alistan como tripulantes del navío Falcon y son capturados por unos inescrupulosos piratas. La historia apareció en 1978, en la revista Ogú, que tuvo sólo cuatro números.
Eran tiempos duros para la historieta local. Tras el golpe militar, la escena decayó y al cierre de revistas se sumó la muerte de Eduardo Armstrong, dueño de Mampato y uno de los coautores del personaje. Themo Lobos no le hizo asco al trabajo anónimo. En los siguientes años dibujó para Disney, hizo la historia ilustrada del Padre Hurtado y Los Pitufos. De tanto en tanto, emprendía la hazaña de una nueva revista: fue el caso de Ogú, donde resucitó a Mampato, sus amigos y a otros personajes de su autoría, como Máximo Chambónez y Nick Obre. Allí, Themo acabó la historia El huevo, inconclusa con el cierre de Mampato en 1974, y que también será reeditada por Random House el próximo año.
"La imprenta donde se editaba Ogú quebró, y se perdió el 70% de los originales de los piratas, recuperarlos fue una odisea", cuenta Ada. Por dos años, buscaron en los archivos de Themo, persas y librerías viejas, intentando dar con todas las páginas del cómic. Marcelo González, un fanático nortino de Mampato, encontró un número completo y ayudó a restaurarla.
Hoy, la historia cobra nueva vida. En ¡Los piratas a babor!, Mampato y Ogú descubren que el líder del barco en que viajan es un pirata que quiere apoderarse del tesoro del muerto capitán Flint: la clave del mapa en donde está escondido la tiene un hablador loro. "Siempre tenía claro el final, era su fórmula. Como trabajaba por entregas semanales, podía ir variando la trama. Casi siempre era Ogú el que se arrancaba con los tarros y cambiaba la historia", dice Ada Lobos.
"Si eres un buen contador de chistes, eres un buen argumentista", decía Themo Lobos, en agosto pasado, en su casa de Concón. "Presentas a los personajes, luego picas la curiosidad del lector, viene la dificultad, y la resolución, todo salpicado de aventura, suspenso y un poquito de cebolla", resumía. Ese era el secreto del dibujante , que además era un devorador de libros. Le resultaba fácil poner a Mampato en cualquier lugar y época. Desde la corte del rey Arturo, pasando por la Reconquista y la Guerra de Troya. Le gustaba repletar las aventuras de referencias históricas, como en ¡Los piratas..., cuando hallan el tesoro y se detalla la forma y valor de cada moneda de la época (siglo XVI).
Ahora último, Lobos pensaba en el calendario azteca, a propósito de uno de sus trabajos. "Quería esperar hasta el 12 de diciembre para ver si era cierto lo del fin del mundo, pero se fue antes", dice su hija. No era lo único que lo ocupaba. Dejó ideas para dos novelas ilustradas: una sobre el descubrimiento de América y otra sobre cómo Mampato obtiene el cinto espacio-temporal que lo hace viajar por el tiempo.
"Quiero que no me olviden", repetía. El mismo se encargó de preparar el terreno. "La idea es que luego de Mampato, la editorial publique a otros personajes. Hay Themo para rato", dice Ada.