Su nacimiento puede datarse en 1967, como lo hace Aldo Francia entre otros, o bien en 1969, para la presentación de El chacal de Nahueltoro, Tres tristes tigres y Valparaíso, mi amor. El caso es que el Nuevo Cine Chileno, heredero espiritual y estilístico de los "nuevos cines" que hicieron nata en Europa y Latinoamérica en los 60, está invariablemente asociado a un festival, el de Viña del Mar. Y si bien fue un resplandor que supuso "el descubrimiento de la realidad nacional en tipos, ambiente y lenguaje", al decir del crítico Hans Ehrmann, su continuidad y herencia son menos evidentes.

Para todos los efectos, hay quienes piensan que décadas más tarde hubo otro festival, el de Valdivia en su edición de 2005 , donde se hizo carne un fenómeno distintivo. La presentación, en esa ocasión, de En la cama de Matías Bize; La sagrada familia de Sebastián Lelio; Play de Alicia Scherson, y Se arrienda de Alberto Fuguet, dio cuenta, en esta mirada, del nacimiento de una filmografía local "novísima".

"En los últimos años -menos de una década- ha emergido un grupo considerable de cineastas que, en su mayoría con apenas un par de obras cada uno, ha atraído la atención local e internacional. Y a veces más esta última que la primera, una ironía clásica del último medio siglo". Las palabras son de Ascanio Cavallo y Gonzalo Maza, editores y coautores de El novísimo cine chileno, libro publicado por Uqbar y coeditado por el propio certamen valdiviano, que será presentado oficialmente mañana.

Son en total 21 realizadores cuya obra es examinada por igual número de especialistas. Entre quienes comparecen están los de Valdivia 2005 (Bize, Lelio, Scherson y Fuguet), así como un variado ramillete de directores, que pueden o no confluir etariamente. La mayoría de ellos "admira mucho el Nuevo Cine Chileno, pero no carga con mochilas ajenas", al tiempo que "se ha educado en el cine contemporáneo": entre otros figuran Pablo Larraín (Tony Manero), Sebastián Silva (La nana), la dupla de José Luis Sepúlveda y Carolina Adriazola (El pejesapo), José Luis Torres Leiva (El cielo, la tierra y la lluvia), Cristián Jiménez (Ilusiones ópticas) y Alejandro Fernández (Huacho).

Puertas adentro

"No hay nada más viejo que hablar del cine nuevo", señalan los editores al presentar y justificar el presente volumen. Lo nuevo supone, por un lado, proclamar independencia y tomar distancia. Y, por otro, se erige como un valor en sí mismo, que habla de aire fresco y miradas distintas, pero que también resulta tramposo: "¿Tiene la novedad un valor tan relevante, sólo por serlo, o es más bien una forma encubierta de desdeñar el pasado, sólo por serlo?".

Entonces, la tarea a la que se abocan es la de establecer qué elementos dan cuerpo a un fenómeno sembrado de influencias muy variadas y dentro del cual no hay que buscar desesperadamente la consistencia, si se piensa que aquí cabe desde Mirageman hasta Y las vacas vuelan. Y ahí es donde se detectan ciertas constantes en los filmes, que apuntan a las dificultades de la comunicación y a los mundos "puertas adentro". Pero también fuera de la pantalla, como el papel formativo de la academia y el rol de la crítica.

Entre los autores hay docentes, críticos, periodistas y más, algunos con una mirada muy erudita y otros, como Hermes el sabio respecto de Ernesto Díaz, muy despeinada. Todos son chilenos, menos el argentino Javier Porta, quien incluye una refrescante inmersión en la propuesta de Che Sandoval (Te creís la más linda, pero erís la más puta).

Así, en más de 200 páginas se generan reconsideraciones de "lo marginal" en el cine chileno, a propósito de Sepúlveda y Adriazola; sobre la familia, en el caso de Lelio, o sobre humor y cautiverio, como pasa con el examen de la obra de Sebastián Silva, a cargo de Héctor Soto.

No están todos lo que podrían estar, y los editores explican lo que les interesó, en cualquier caso, es tratar de aprehender un fenómeno "cuando aún está en plena ebullición". Y así sigue. Por estos días en la ciudad fluvial se está ofreciendo lo nuevo de Jiménez (Bonsái), Torres Leiva (Verano), Fernández (Sentados frente al fuego), Lelio (El año del tigre) y Rodrigo Marín (Zoológico). En paralelo, Metales Pesados anuncia la publicación de Por un cine centrífugo, sobre la producción chilena contemporánea, a cargo de Carolina Urrutia, quien también aporta a El novísimo cine chileno con un texto sobre Alicia Scherson.