Martin Scorsese suele contar la anécdota cuando le preguntan por los colores de Taxi Driver (1976). La sangre es más oscura de lo normal, el amarillo del taxi es deslavado y el pastel de manzana que Travis come con Betsy casi no tiene tonos. Impresionados por la violencia de la historia, los productores del filme levantaron la guardia y, ya en la sala de montaje, decidieron bajar los tonos de la paleta cromática de Taxi Driver. Era una manera de pasar la barrera de la censura y rebajar la calificación de edad. Era una manera, después de todo, de ganar algo de dinero con una película difícil, un final complejo y un psicópata de protagonista.

A 38 años del estreno de Taxi Driver en el Festival de Cannes, la cinta que puso a Martin Scorsese en el mapa del cine mundial se reestrenará en Chile en el marco del ciclo Clásicos de Siempre, que ofrecerá la cadena Cinemark en alianza con el canal Studio Universal. El largometraje protagonizado por Robert De Niro y Jodie Foster es el primero de una muestra de seis cintas de alto perfil que se darán entre el 1 de noviembre y el 10 de diciembre. Son copias recientemente remasterizadas y restauradas que llegan al país en el formato digital. En el caso de Taxi Driver, por ejemplo, tal recuperación permite acentuar tonos, darle mayor definición a la imagen y, a la larga, parecerse a lo que Scorsese alguna vez quiso antes que los estudios "moderaran" su obra.

Las otras películas que integran la muestra son, en este orden: Pulp Fiction (1994), La naranja mecánica (1971) , Volver al futuro (1985), Grease (1978) y Desayuno en Tiffany's (1961). Llegan a Chile en una alianza de Cinemark y Studio Universal y se darán los sábados, domingos y miércoles a las 15 y 19 horas en los Cinemark de Alto Las Condes, Portal Ñuñoa, Mall Marina Arauco (Viña del Mar) y Mall Mirador Bío Bío (Concepción), con precios que van de los $ 2.000 a $ 4.000. Son funciones sin restricciones, por lo tanto sujetas a todo tipo de descuentos. La iniciativa ya pasó por Estados Unidos y en el Cono Sur se realizó también en Argentina, país donde el año pasado se reestrenó también El Padrino II, a través de la distribuidora CDI.

Del drama al romance

Representante habitual en las listas de las mejores películas de los años 70 y ejemplo señero del Nuevo Cine Americano, Taxi Driver fue primero reconocida con la Palma de Oro en Cannes 76 y su influencia sólo se ha multiplicado. El taxista y ex combatiente de Vietnam Travis Bickle (Robert de Niro), creado por el guionista Paul Schrader, es un perturbado vengador de la ciudad. Cree ver en una prostituta adolescente la posibilidad de la redención y se propone liberarla del yugo del proxeneta local. También, ambiciosamente, busca eliminar a un candidato presidencial populista y parlanchín.

Si Taxi Driver es fiereza y malos tragos, Grease es sólo vitalidad y juventud embobada. Realizada dos años después que el trabajo de Scorsese, la cinta con John Travolta y Olivia Newton-John es un musical de pegajosa y fuerte llegada sobre un amor de secundaria en los años 50. Ya en los años 80, Volver al futuro representa el epítome de la cultura del skateboard y el ingenio juvenil con un personaje inolvidable: Marty McFly (Michael J. Fox), el muchacho que viajaba al pasado para arreglar su sombrío futuro.

En plenos años 90, Pulp Fiction fue el golpe a la cátedra de Quentin Tarantino, que aquí desarmó la narrativa, empezó por la mitad, siguió en el final y terminó al principio. Su historia coral de pillos sin escrúpulos (Travolta, Uma Thurman, Samuel L. Jackson) ganó la Palma de Oro hace 20 años en Cannes y su influencia está en las grandes ligas de Taxi Driver y, haciendo un retorno en el tiempo, La naranja mecánica de Stanley Kubrick. Con Michael McDowell como el irreductible Alex DeLarge, una especie de anarquista del futuro, la cinta funciona como un sombrío diagnóstico de la juventud intolerante, como un fatal análisis de las terapias psicológicas y, por supuesto, como un brillante filme sobre desadaptados. Para muchos, fue el preludio de los punks en Gran Bretaña.

El ciclo concluye con una especie de bálsamo al final de tanto drama, presentando Desayuno en Tiffany's, probablemente la obra que inmortalizó la figura de Audrey Hepburn, como arquetipo de la mujer elegante y vital. Basada en la novela de Truman Capote, esta comedia romántica cuenta la relación entre Holly Glightly (Hepburn) y un escritor (George Peppard). Ambos comparten la pobreza de los bolsillos y el romanticismo de los 20 años. El gato de Holly y la música de Henry Mancini son algunos de los pequeños grandes detalles de este clásico absoluto.