No son pocos los que han aventurado una teoría generacional: Woodstock fue a la generación de los 60 lo que Lollapalooza fue al desgano y a la estudiada rebeldía de los 90. En la práctica, la máxima no está demasiado lejos. El festival nació en 1991 como un evento itinerante que pretendía recorrer Estados Unidos de costa a costa y que serviría para despedir de los escenarios a Jane's Addiction, la banda de Perry Farrell.

La idea era viajar con nombres alternativos que, durante esos años, crecían a la sombra de las grandes corporaciones y que representaban una apertura cultural más que una nueva oferta musical. De algún modo, ese fue el afán que dicto cátedra en sus primeros días: la idea de una gran fiesta cultural que agrupara no sólo rock, sino que también política, ecología y conciencia social.

Por eso, en su primera edición aparecieron nombres como Nine Inch Nails, Rollins Band y los históricos Violent Femmes y Siouxie & The Banshees. Para el segundo año, la idea tenía mejor forma: prácticamente todos los ilustres que definieron el rock de principios de los 90 -y el de los años venideros- se sumaron al viaje. Red Hot Chili Peppers, Pearl Jam, Rage Against the Machine, Soundgarden y Stone Temple Pilots estuvieron en 1992.

"Curiosamente, el mismo año que empezamos, apareció internet. Y eso cambió para siempre la música. Ahora, el negocio está en tocar en vivo y Lollapalooza se hace indispensable en ese sentido. Si un músico no está en el festival, mejor que despida a su agente. Así que hemos vuelto a ser importantes", dice Farrell en torno a un evento que en 2005 fijó al Grant Park de Chicago como su residencia permanente y que hoy crece al alero de las grandes firmas de espectáculos en vivo, lo que les permite -como el año pasado- tener a un cartel que va desde Lady Gaga y Green Day a nombres más de culto, como Arcade Fire o Phoenix. A tanto llegó su escalada en la cultura pop que hasta Los Simpson tributaron a la cita en el capítulo Homerpalooza.

"A todos los Lollapalooza los llevó en el corazón y, para mí, siempre el que viene es el mejor", cierra Farrell.