Hoy se cumplen 53 días desde el estallido y hundimiento de la plataforma Deepwater Horizon de la empresa British Petroleum, en el Golfo de México, donde murieron 11 personas y que ha causado el mayor derrame de crudo en la historia de Estados Unidos. Si bien ya se han gastado US$ 1.430 millones en la limpieza y contención del derrame, todo indica que se requerirán miles de millones más para superar la crisis.

Expertos aseguran que los efectos de la tragedia ecológica perdurarán por años al igual que en Alaska, donde tanto los habitantes, como la flora y fauna del estrecho Príncipe William, aún luchan contra los estragos dejados tras el choque del barco Exxon Valdez en contra de un arrecife ocurrido el 24 de marzo de 1989. Ese hecho provocó la contaminación del océano con 40,9 millones de litros de petróleo. El derrame actual es cinco veces mayor a ese evento: se estima que al día 4,9 millones de litros de crudo contaminan el golfo. Así, cada 8-10 días se ha provocado una mancha igual al total de la contaminación provocada en Alaska.

De hecho, cálculos de empresas aseguradoras estiman en hasta US$ 23 mil millones los costos totales de la limpieza que deberá asumir BP.

Batalla legal

A 21 años de la emergencia en Alaska, y pese a que la empresa Exxon Mobil desembolsó US$ 3.400 millones en las labores de rescate de la flora y fauna, así como en la limpieza del crudo, estudios recientes aseguran que aún es posible encontrar restos de petróleo bajo las rocas y la arena de las zonas costeras colindantes al desastre. Se estima que un 10% del total del crudo esparcido permanece en el fondo del mar o está sedimentado en la zona. Incluso, la agencia de Administración Oceánica y Atmosférica de EE.UU. (NOAA) ha concluido que el accidente es el responsable directo de la disminución de la vida salvaje, así como la muerte espontánea de aves y salmones en la zona.

La investigación del caso arrojó que alrededor de las 12 del día del 24 de marzo, el capitán del Exxon Valdez, Joseph Hazelwood, había bebido vodka y decidió dejar al mando de la nave a un oficial sin experiencia. Este operó bajo el piloto automático sin percibir la cercanía del arrecife que terminó por romper los estanques del petrolero, provocando la emergencia. Cálculos medio ambientales cifran en 2.000 kilómetros cuadrados la extensión de la mancha de petróleo en el mar, así como la muerte de unas 500 mil aves, mil nutrias, 300 focas, 250 águilas calvas y 22 orcas. Además, se perdieron cientos de miles de huevos de arenque y salmón, entre otras especies.

Entonces, la compañía petrolera destinó a más de 10 mil trabajadores a las labores de limpieza manual de las costas. Mil embarcaciones y más de cien aviones participaron en los intensos trabajos de contención de la tragedia, sin contar las pérdidas que el derrame ocasionó en la industria pesquera de la zona y a unos 32 mil pescadores.

La disputa legal para determinar el monto de las compensaciones que Exxon Mobil debía pagar a los afectados ha sido otro de los aspectos más relevantes del caso. Recién en junio de 2008, la Corte Suprema de EE.UU. sancionó en US$ 507,4 millones la multa a pagar por la compañía, después de una extensa guerra en tribunales que comenzó en 1994, cuando un juzgado determinó responsabilidades de la empresa por US$ 5.000 millones. Tras sucesivas apelaciones -y varias reducciones en el monto- la última palabra la tuvo el magistrado David Souter hace dos años. Por ello, ambientalistas prevén que en el caso de BP, las compensaciones a los afectados también pueden demorar años.