"Improvisaron". Tras la explosión del reactor número 4 de Chernobyl el 26 de abril de 1986, los soviéticos construyeron una suerte de "sarcófago", como medida temporal e improvisada para evitar que la radiación de la planta nuclear siguiera expandiéndose. Los "liquidadores" arriesgaron sus vidas para completar el arriesgado trabajo y concluyeron su labor en seis meses. A 25 años de la mayor tragedia atómica mundial, Chernobyl ahora piensa en reforzar la cubierta, con un "nuevo cofre" casi tan alto como la Estatua de la Libertad y tres veces más pesado que la Torre Eiffel, según señaló la agencia Reuters.
Con el reciente desastre nuclear de Fukushima como telón de fondo, las autoridades ucranianas han solicitado a la comunidad internacional fondos por US$ 1.000 millones para asegurar definitivamente la planta de Chernobyl por los próximos 100 años. Hasta hora, Ucrania ha obtenido más de la mitad del financiamiento.
El nuevo "sarcófago", que ya ha recibido el nombre de Nuevo Confinamiento Seguro, tendrá 257 metros de extensión, 164 metros de largo, 110 metros de alto y un peso total de 29 mil toneladas. Los expertos han dicho que la estructura se basa en un gran enrejado de acero tubular construido sobre dos vigas de hormigón.
El plan es montar esta suerte de enorme "caja de seguridad" a 250 metros del altamente radiactivo reactor 4, para posteriormente trasladarlo hasta rodear el edificio del reactor. Se prevé que el proyecto sea completado en 2015, aunque la fecha podría extenderse. El consorcio Novarka, que comprende los conglomerados de construcción franceses Vinci y Bouygues, diseñará y construirá el proyecto. Según una reciente encuesta, realizada por el Centro Razumkova, el 70% de los ucranianos es contrario a la construcción de nuevas centrales nucleares.
Pueblos fantasma
Actualmente, la zona de exclusión es aún un lugar desolado, con verdaderos pueblos fantasma. De acuerdo con la cadena británica BBC, la zona de seguridad tiene un radio de 30 kilómetros, 10 más que la decretada por las autoridades japonesas que intentan controlar Fukushima. Así, después de un cuarto de siglo, a ningún ucraniano se le permite vivir en esa área. Sin embargo, algunos pensionistas han violado una y otra vez la ley para regresar a la zona del desastre y así estar cerca de las tumbas de sus familiares que murieron víctimas del desastre nuclear.
La central de Chernobyl espació hasta 200 toneladas de material fusible con una radiactividad de 50 millones de curios, equivalente a 500 bombas atómicas como las de Hiroshima, lo que afectó a cinco millones de personas.
Para no repetir la "improvisada" solución soviética, el viceministro de Agricultura y Pesca de Japón, Takashi Shinora, viajó ayer a Ucrania con el objetivo de recoger información que pueda ayudar a descontaminar el suelo en torno a Fukushima. A su vez, en Japón, el gobierno quiere evitar a través de una ley que las personas ingresen en la zona de exclusión contaminada en torno a la destruida planta. Si bien las autoridades niponas cercaron una zona de 20 kilómetros, mucha gente ha regresado a sus antiguas viviendas, pese al peligro radiactivo, con el objeto de recuperar sus pertenencias y recuerdos. Las enormes cantidades de agua contaminada han dificultado las labores en las ruinas de la central, donde los trabajadores intentan bombearla fuera del reactor 2 y de los túneles colindantes. Así, se estima que los trabajos durarán hasta mayo.
En medio del aniversario 25 de la tragedia en Chernobyl y del desastre en Fukushima, el director general del AIEA, el japonés Yukiya Amano, rechazó esta semana los paralelismos entre ambas catástrofes. "La radiactividad en Tokio y Osaka es baja", dijo el directivo del organismo.