Los perros han usado correas desde hace siglos. Así lo evidencia el más antiguo collar, de hace 5.000 años, descubierto en Egipto. Hecho en cuero y con el nombre del animal ("el valiente"), se empleaba para entrenar a los animales en la caza y protección de sus cuidadores. Los griegos y romanos también ponían correas a sus perros, para proteger el cuello del animal de lobos u otros predadores. En el Renacimiento, era símbolo de estatus de nobleza y las correas se adornaban con plata y gemas.