Es curioso, pero la película con la que este nuevo filme de Marvel dialoga no es un título de su estudio, sino de la competencia directa. Esta segunda aventura de Los Vengadores es, a la larga, una elaborada, ruidosa y sobrepoblada respuesta a El hombre de acero, el filme que trajo de vuelta a Superman. Lo que convirtió a esa película en carne de cañón para toda clase de críticas -el desprecio de su héroe por las bajas civiles de sus batallas- acá se instala al centro de la historia: ¿De qué forma puede convivir la población humana con semidioses y monstruos capaces de botar edificios de un solo golpe?

De alguna forma, esa duda se conecta con el tema subterráneo de todas las películas Marvel hasta ahora, desde los bodrios hasta las más logradas del lote: cómo se obtiene el control total, cómo se justifica su posesión y de qué manera se extiende y mantiene. Para el egomaníaco Tony Stark, el único freno a potenciales carnicerías masivas es crear una inteligencia artificial capaz de vigilar la humanidad a nivel global. El problema es que esa inteligencia (bautizada como Ultron y con la voz de James Spader) decide que el verdadero camino a la paz es aniquilar a todo ser humano en la Tierra.

El desafío del director Whedon es contar esta sencilla fábula de héroes-vs-máquinas sin perder los hilos de una saga general que deberá extenderse en distintas películas del estudio hasta el 2017 por lo menos. Ese lastre narrativo agobia la peripecia y lo que debió ser un viaje limpio y sin escollos se vuelve a ratos reiterativo e incluso inerte. No es casual que los mejores momentos no incluyan explosiones ni puñetazos y estén contenidos en escenas de diálogo o en breves gestos de los actores. Como aquella formidable escena donde Hawkeye (Jeremy Renner) demuestra que un héroe no se define por sus poderes sino por su sacrificio en pos de otros. La saga del universo Marvel sigue construyendo un atractivo mundo de fantasía heroica. Pero no nos engañemos: esta superproducción desbocada no le llega a los talones a la eficiencia y velocidad de Capitán América, el soldado de invierno, que sigue siendo el punto más alto de la serie hasta ahora.