Fernando Lavanderos tiene una máxima que explica su estilo de trabajo semidocumental y que al mismo tiempo le sirve de valiosa inyección de ánimo a la hora de hacer una película: "Si uno va al set de rodaje con un guión perfectamente diseñado, todo de ahí en adelante sólo podrá ser peor". Para este realizador de 35 años, los imprevistos de la filmación siempre opacarán el ideal escrito y lo mejor es filmar de acuerdo a cómo vayan sucediendo las cosas.

Utilizando esta técnica improvisatoria realizó Y las vacas vuelan, película que fue la gran sorpresa del Festival de Valdivia 2003. No ganó por un fallo técnico: no cumplía con el requisito de estar filmada en 35 mm. Pero sí recibió el Premio del Público, creado especialmente para canalizar el interés que generó su propuesta.

Tras casi ocho años, Lavanderos retorna al cine y otra vez aplica aquella técnica de absoluta libertad en su largometraje Las cosas son como son. Terminó el rodaje en marzo y ahora se apresta a editar las 35 horas de grabación acumuladas. "Todo esto va a ser muy largo. Pero no importa, porque la edición es lo que más me gusta: ahí es donde realmente se arman las películas", afirma.

Si en Y las vacas vuelan desarrollaba la historia de un turista danés que, a su vez, registraba con su cámara los testimonios de varios chilenos de la calle, en Las cosas son como son describe la relación entre un tipo que no sabe qué hacer con su vida y una chica noruega que participa en una ONG. "Pero nada es lo que parece. Por eso también juego con los prejuicios que pueda tener el protagonista sobre esta mujer y con lo que el espectador se pueda imaginar de ella", dice Lavanderos, seguidor de Hitchcock y de los juegos de las tramas. "Primero la historia va hacia un lado y luego cambia de dirección y gira totalmente", explica. El mismo tipo de jugarreta que utilizó en Y las vacas vuelan.

Sin embargo, era la mezcla de documental con ficción lo que más llamaba la atención. El danés en medio del Paseo Ahumada de Y las vacas vuelan genera un grado similar de atención que ver al personaje de Sanna (la actriz noruega Ragni OrsalSkogsrod) transitando en un bus del Transantiago en Las cosas son como son. "También muestro un poco las diferencias de clases, porque esta mujer atraviesa en micro todo Santiago desde la casa de Providencia donde le arrienda una pieza a Jerónimo (Cristóbal Palma) hasta la comuna de Quilicura, donde trabaja", explica.

A pesar de sus fijaciones con las triquiñuelas de la trama, Lavanderos tiene una vocación que también abreva del documental. Entre su primer filme y éste, trabajó en la serie televisiva Mi mundo privado, que exploraba historias de personajes de diferentes entornos sociales. En este espacio coincidió con Sebastián Lelio, quien curiosamente también aplica la técnica de improvisación en sus películas. "Todo consiste en no contarles a los actores sobre qué trata la película y revelarle lo que tienen que hacer sólo en el momento de la filmación. Y les cuento por separado, no juntos. Así voy obteniendo una respuesta que es única", dice.