Lejanos parecen los tiempos en que Michael Moore, el vociferante ganador del Oscar al Mejor Documental con Bowling for Columbine en el 2003, era el sinónimo del filme de no ficción en el mundo. Desde que Errol Morris obtuviera el mismo galardón al año siguiente con Niebla de guerra, la Academia de Hollywood ha preferido el tipo de documental donde la exhaustiva acumulación de evidencias es la prueba de que el director hizo un buen trabajo.
El domingo, por ejemplo, el triunfador fue el filme Inside job (2010), una cinta de Charles Ferguson que viene apabullando al público lego y a los entendidos desde que se estrenó en el último Festival de Cannes. Ferguson es un distinguido señor y un pequeño genio por derecho propio: antes de dedicarse a hacer documentales obtuvo un título de matemático por la Universidad de California, luego un doctorado en Ciencias Políticas por el Instituto de Tecnología de Masachussets (MIT), hizo asesorías en la Casa Blanca, en el Departamento de Defensa y en la Oficina del Representante de Comercio de Estados Unidos. Es decir, sabe de lo que habla y cuando el domingo recibió el Oscar, sus primeras palabras fueron las siguientes: "Antes que nada quiero pedir disculpas a la audiencia, pues ninguno de los responsables de la crisis financiera del 2008 está en la cárcel". Los aplausos que le siguieron fueron de los más fuertes de la velada.
La ceremonia de los 83 Premios Oscar fue en general bastante predecible, acumulando los principales premios para El discurso del rey (Mejor Película, Director, Actor, Guión) y desde el ámbito documental Inside job fue una relativa sorpresa al imponerse a Exit through the gift shop, de Banksy.
Ya el título en inglés de este filme es premonitorio: "inside job" se refiere a la práctica de los empleados que roban dinero en sus propios trabajos. En términos básicos, el filme culpa a los bancos estadounidense por otorgar créditos hipotecarios en forma indiscriminada a quien se le pasara por delante y aun teniendo claridad que esta burbuja iba a explotar como una bomba de tiempo. Ferguson va explicando con transparencia cómo muchos ejecutivos inescrupulosos se hicieron aún más millonarios de lo que eran a través de este tipo de prácticas. En un momento, un académico le dice a Ferguson: "Todos sabían que esto iba a terminar en una crisis, pero no les importó". "¿No me puede estar hablando en serio, no?", le responde el director incrédulo.
El filme evita caer en la pedagogía aburrida e incluye varios detalles sabrosos del tipo de vida de los prohombres de las finanzas, incluyendo testimonios de Kristin Davis, una voluptuosa mujer de cabello rubio platinado y tez de solarium, conocida como la "madame de Wall Street". En su carrera profesional ha atendido a una incontable cantidad de ejecutivos y hace un tiempo enfrentó cuatro meses de prisión por cargos de prostitución. Tal como lo recalca el documental de Ferguson, sus clientes no ha estado ni cerca de la condena de la "madame".