Hace una década, los hombres chilenos se casaban a los 28 y ellas a los 25, en promedio. Pero el mayor número de mujeres con más educación e ingresando al mercado laboral, la adopción de nuevos estilos de vida y la aceptación social de la convivencia hicieron que el matrimonio se fuera aplazando. Tanto, que -de acuerdo al informe de Estadísticas Vitales 2010 del INE, el último disponible en el país- por primera vez la edad promedio para dar el sí en hombres y mujeres supera la barrera de los 30 años.
Un fenómeno que recién se dio en Inglaterra el año pasado y que en el caso de Chile no está empujado por las segundas nupcias (o efecto divorcio), ya que el 85% de los matrimonios en el país corresponde a solteros. Hoy, los hombres se casan a los 31 años y las mujeres a los 30, tres y cinco años más que hace una década.
Nuevos ciclos vitales
Octavio Avendaño, sociólogo de la U. de Chile, dice que el fenómeno se debe, especialmente, a que las oportunidades laborales y educacionales para las mujeres aumentaron en los últimos años. "Esto hizo que ellas optaran por aplazar decisiones que antes tomaban a los 20, cuando ya se les consideraba adultas". A eso se suma un nuevo estilo de vida, donde hombres y mujeres privilegian las expectativas individuales "por lo que lo familiar se posterga".
Una postergación que es posible por el alza de las expectativas de vida, que cambió los ciclos vitales, postula María Eugenia Brante, sicóloga de la U. San Sebastián. Hace 30 años, cuando las mujeres chilenas vivían, en promedio, 74 años y los hombres 67 años, se casaban más temprano: a los 24 y 27, respectivamente. "Hoy, saben que pueden vivir hasta los 80, por lo que sienten que tienen un margen de tiempo mayor para casarse".
Producto de lo anterior, los rangos de edad se han diluido, dice. "Antes, si a los 30 años una mujer no estaba casada, era cuestionada socialmente. Hoy, eso recién ocurre a los 40 años", dice la experta. La crisis de la mediana edad también se trasladó. Si ésta llegaba antes a los 40, hoy es a los 50 años.
Sentir que existe más tiempo, dice Brante, impacta incluso el proyecto de tener hijos. "Muchas mujeres de 40 años ya no tienen miedo de tener hijos, porque existe la idea de que van a vivir más años y cuentan con el apoyo y tecnología médica para lograrlo", indica.
A lo anterior se suma un tema no menor: el matrimonio ya no es visto como el espacio exclusivo para tener hijos. De hecho, el 68% de los nacimientos de 2010 es de madres solteras.
Más educadas
Las mujeres son las que más han aplazado la decisión de casarse: cinco años desde 2002. Una opción donde el factor educación es relevante, dice Ernesto Treviño, director del Centro de Políticas Comparadas de Educación de la Universidad Diego Portales.
Según cifras de la Casen, en 2003 la tasa neta de personas que asistía a la educación superior era de 26% (25,5% en mujeres y 26,7% en hombres). Para 2009, la cifra era 28,9%, ellas con 29,8% y ellos con 27,9%. "Las mujeres no sólo alcanzaron a los hombres, sino que los sobrepasaron", dice Treviño. Ese cambio automáticamente postergó la opción del matrimonio en ellas, porque privilegiaron la profesionalización y especialización (con magíster y doctorados) para poder insertarse en mejores condiciones al mercado de trabajo y lograr estrechar la brecha salarial, que en el caso de las mujeres con educación superior completa llega al 63,6%, según la Encuesta Casen 2011. "Hoy, el mercado es más competitivo y el título universitario se hace insuficiente. Por eso se retrasan estas decisiones de vida para llegar más preparado al momento del matrimonio", aclara Treviño.
María Soledad Herrera, socióloga de la Universidad Católica, dice que suele haber una asociación entre inestabilidad laboral y retraso en la edad del matrimonio y que en Chile eso afecta, sobre todo, a los hombres. "En la medida en que las mujeres están mejor preparadas, buscan para casarse parejas más preparadas o que al menos tengan estabilidad laboral y eso explica por qué los hombres también están postergando la edad para casarse".
Convivir o vivir solos
Camila Mella, socióloga del Centro de Estudios Cuantitativos de la U. Andrés Bello, dice que también influye el hecho de que tanto tener pareja como hijos ya no son un baluarte sólo del matrimonio. La experta añade que según la última Casen (2011), en los menores de 30 años, el número de convivientes duplica el número de casados (8% versus 4%). "Por un lado, los jóvenes retrasan la edad en que contraen matrimonio, mientras que, por otro lado, si deciden vivir en pareja, el matrimonio es desplazado por la convivencia". Otros tantos optan por disfrutar su independencia antes de casarse, sostiene Alejandro Micco, del Centro de Microdatos de la Universidad de Chile . "Antes, la independencia económica se daba al salir del hogar casado o en pareja. Hoy, las personas son capaces de solventar su vida en forma individual, alejarse de la casa y vivir solos un tiempo", dice. Tendencia que se aprecia en el aumento de hogares unipersonales, que en 1990 representaban el 6,9% y el 2011 pasaron al 11,3%.