Todo ocurre en una sola noche, la de un viernes cualquiera en la vida de un hombre de 47 años. Después de salir de su trabajo en las oficinas de una empresa en Nueva York, Edmond Burke visita a una tarotista que hará girar su existencia en ciento ochenta grados. "No estás en el lugar al que perteneces", le dice la mujer. Entonces él, aún frente a ella, de camisa abotonada y corbata al cuello, lo entiende todo: lo que quiere y necesita es su propia libertad.

Ese es el argumento principal de Edmond, del dramaturgo, guionista y escritor David Mamet (Chicago, 1947), que logró reconocimiento en los 70 y 80 por sus textos impetuosos y cargados de críticas al sistema. La obra, que debutaba anoche en el Teatro Mori de Bellavista, llegó hasta los actores Antonio Campos y Gabriel Urzúa más de veinte años después, quizá en 2006, mientras aún eran compañeros en la Escuela de Teatro de la Universidad de Chile. "Nos sedujo su oscuridad, su crudeza, su lenguaje", explica Campos.

Tras la lectura del tarot, Edmond se echa a andar por la ciudad y se embarca en una odisea por los suburbios. Visita dos bares, un burdel y un peep show. Es golpeado, asaltado y humillado, mientras acumula una rabia y frustración que nunca había sentido y que lo convencen de la miseria de la existencia humana. Entonces no hay vuelta atrás: abandona a su familia, desata su violencia interior y se convierte en un héroe clasista, homofóbico y misógino. Compra un cuchillo, amenaza a una mujer en un andén del Metro, le lanza insultos racistas a un proxeneta afroamericano y asesina a una mujer. Poco a poco, Edmond deja de ser Edmond.

Un solo acto y 23 escenas cortas dan vida al texto de Mamet, escrito en 1982 y estrenado por primera vez el 4 de junio del mismo año en el Teatro Goodman de Chicago. En el montaje original, al igual que en el que debuta en Chile bajo la dirección de la dupla de Campos y Urzúa, los actores tomaron múltiples roles, salvo los del protagonista y su mujer, encarnados por Gonzalo Muñoz y Ximena Rivas.

"Son 25 personajes, pero sólo ocho actores en escena", explica Campos. "No quisimos que se tratara de un montaje que cayera en el realismo puro, aun cuando el texto lo plantea. Lo que hicimos fue desarrollarlo bajo el método de Antonin Artaud, que impulsó un proceso de búsqueda de un lenguaje a través del cuerpo y desde los mismos actores".

Comenzaron con una traducción mexicana, pero al andar resultó indispensable para ambos directores nutrir el texto final con fragmentos de la película -dirigida por Stuart Gordon en 2005 y protagonizada por William H. Macy- y trabajar una propia adaptación, a cargo de la actriz Ignacia Allamand.

"Ella hizo una traducción magnífica, que refleja muy bien el sentido original de la obra, respetando el tono y crudeza, esta especie de sucia poética que Mamet había plasmado", cuenta Campos. "El lenguaje no está chilenizado, pero sí es bastante más cercano al nuestro, logrando provocar ese impacto y repulsión que imaginamos desde el principio", agrega.

El humor negro es la excusa para mostrar cómo la vida de un ejecutivo común y corriente en una ciudad superpoblada se hunde. Toma consciencia de que no es quien ha querido ser. "Siente el caos que todos sentimos dentro, se siente vivo por primera vez y libera sus impulsos más oscuros , que estaban dormidos", agrega Campos. Después de eso, Edmond no volverá a ser el de antes, comenzará a buscar su identidad y abrirse paso -como sea- por las calles grises de La Gran Manzana.