El anuncio realizado ayer por el Presidente de EE.UU., Barack Obama, de aumentar la presencia militar de su país en Australia, no cayó muy bien en China. Así, Beijing manifestó de inmediato su descontento con este despliegue de 2.500 marines -hoy existen 178 uniformados estadounidenses en Australia-, en lo que se considera la mayor expansión militar norteamericana en el Pacífico desde el fin de la guerra de Vietnam a mediados de la década del 70. De hecho, el gigante asiático aseguró que se trata de una decisión que llega en un mal momento y va en contra de los intereses de la región.
"China está convencida de que la paz y la cooperación van acorde con estos tiempos, especialmente en un contexto de lento crecimiento económico, por lo que quizá no sea demasiado apropiado, ni ajustado al interés de los países de esta región, intensificar y expandir alianzas militares", dijo el portavoz de la cancillería china, Liu Weimin. Así, recordó que China "nunca se ha involucrado en forma alguna de alianza militar" y que Washington ha reiterado en muchos foros que no teme el ascenso chino, por lo que Beijing confía en que "mantenga su palabra".
Obama y la primera ministra australiana, Julia Gillard, anunciaron ayer en Canberra el despliegue de tropas de EE.UU. en el norte del país, algo que según los analistas va dirigido a contrarrestar la pujanza china en la región. Así, desde el próximo año una compañía con 200 a 250 marines operará en la ciudad de Darwin, a sólo 820 km de Indonesia, y podrán responder rápidamente a cualquier problema humanitario o de seguridad en el sudeste asiático. Las fuerzas se irán rotando y aumentarán hasta completar los 2.500 soldados anunciados. Según explicaron los jefes de gobierno, Estados Unidos no construirá nuevas bases, sino que utilizará las instalaciones de Australia.
"La noción de que tenemos miedo de China es errada. La noción de que estamos intentando excluir a China es errada", aseguró Obama durante la conferencia con Gillard.
Más tarde, ante el Parlamento australiano, Obama reiteró que su país está en la región "para quedarse". Además, destacó que Washington seguirá trabajando para reforzar sus lazos con Beijing, pero relevó que "es importante también que China respete los DD.HH. de sus ciudadanos".
Maniobra estratégica
No obstante las declaraciones de Obama, según el analista de asuntos exteriores de la BBC, Jonathan Marcus, "la iniciativa (de EE.UU.) es un intento de compensar la influencia china y asegurarse que el 'poder' de Beijing permanezca sólo en eso y no se extienda hacia el área militar".
Las crecientes tensiones entre China y los países del sudeste asiático por la soberanía de las islas Spratly y Paracel -en el Mar de China Meridional, donde se cree que hay una de las mayores reservas de petróleo del mundo- está detrás de esta maniobra estratégica de Washington, según afirmaron analistas a Reuters.
Las principales tensiones este año en esa zona han tenido como protagonistas a China, Vietnam y Filipinas. De hecho, a este último país la secretaria de Estado norteamericana, Hillary Clinton, prometió ayer un mayor apoyo militar ante lo que Manila considera como una actitud amenazante de Beijing.
Al respecto, el portavoz de la cancillería china dijo que "nuestra postura sobre la cooperación con Australia puede también aplicarse para Filipinas". Liu añadió que China no tiene intención de tratar el conflicto de las islas Spratly y Paracel en la VI Cumbre del Este Asiático que se celebra hoy en Bali, Indonesia, ya que, según él, sacar a colación el conflicto "destruiría el buen ambiente de desarrollo en la región". "La interferencia de fuerzas ajenas al conflicto no hará ningún bien a este y lo complicará", concluyó Liu.
"EE.UU. tiene la necesidad de mostrar a los chinos que aún tienen el poder, que ellos se impondrán si algo malo pasa", dijo Huang Jing, analista de asuntos exteriores al diario The New York Times.