Si después de consumir leche, yogur, queso o manjar siente el estómago pesado, se hincha y tiene diarrea, es posible que usted sea parte del 25% de los chilenos que tiene intolerancia a la lactosa. No se trata de una enfermedad, sino de una condición genética que produce molestos síntomas debido a la falta de una enzima (lactasa) que es la encargada de metabolizar o "digerir" el azúcar de la leche (lactosa) en el intestino delgado.

De acuerdo a dos estudios realizados por el Departamento de Gastroenterología de la Facultad de Medicina de la Universidad Católica de Chile, en nuestro país poco más de la mitad de la población adulta chilena tiene una mala capacidad para digerir y absorber la lactosa, porque no están preparados genéticamente para ello, mientras que un cuarto sufre los síntomas físicos de esa incapacidad genética.

Juan Francisco Miquel, académico de la Facultad de Medicina de la PUC y autor principal del estudio, próximo a ser publicado en el British Medical Journal Open, explicó que ningún mamífero tiene su organismo preparado para digerir leche cuando es adulto. Sin embargo, el hombre que habitaba el norte de Europa hace 10 mil años generó una modificación genética que le permite digerirla y aprovechar sus nutrientes. Con los años, este gen y luego otro que se generó entre los habitantes de Africa, se expandieron por el mundo, permitiendo que hoy una gran proporción de la población mundial adulta pueda consumir leche sin presentar síntomas físicos molestos.

A pesar de ser genes dominantes, en poblaciones asiáticas y amerindias (como la chilena), no son tan prevalentes, por lo que el porcentaje de personas adultas con problemas para digerir la lactosa es más alto que en Europa. En su estudio, Miquel encontró que el 60% de la población adulta en Chile es mala absorbedora de lactosa. "Lo que demostramos es que las personas que tienen la capacidad de absorber lactosa en la vida adulta es porque tienen la variante del genotipo europeo que fue introducida por los españoles cuando llegaron a América", indicó Miquel. En un estudio anterior realizado sobre un grupo de personas huilliches, se vio que casi el 90% tiene la condición de malos absorbedores de lactosa.

Síntomas molestos

En un segundo estudio, que está hoy en proceso de análisis de datos, los investigadores de la PUC cuantificaron los síntomas de esta mala absorción, que es lo que se conoce como intolerancia a la lactosa: del 60% que tiene problemas para digerir el azúcar de la leche, al menos un 50% tiene síntomas clínicos cada vez que consumen productos lácteos y que alteran su calidad de vida. "Por alguna razón que no está clara, no todas las personas que tienen dificultades para metabolizar la lactosa presentan síntomas clínicos", indicó Miquel. Una teoría podría ser que esta azúcar es metabolizada por las bacterias que están en el colon, pero no está comprobado.

En esta investigación participaron más de 120 personas adultas representativas de la población chilena. A ellas se les dio a probar dos tipos de azúcar (una simple y lactosa) y después de un tiempo debían evaluar los síntomas que tenían. Así se pudo comprobar que la lactosa genera síntomas específicos que no son comparables con los que provoca la metabolización de otros tipos de azúcares.

Generar productos

A juicio de Miquel, si existen políticas públicas de salud que incorporan el consumo de la leche en etapas importantes de la vida adulta (mujeres embarazadas y adultos mayores), éstas también deben considerar al 25% de las personas que tienen intolerancia a la lactosa. Además, "muchas veces la intolerancia a la lactosa se confunde con otras enfermedades y recién después de muchas visitas al médico y de varios exámenes se llega al diagnóstico de intolerancia a la lactosa", señala. Esto último implica recursos que provienen del propio Estado.

Actualmente, en el mercado existen algunos productos sin lactosa, como leche y yogur, pero son un poco más caros que los tradicionales y poseen poca variedad en cuanto a sabores. No existen quesos, ni cremas como en los países desarrollados.

Por eso, el próximo paso que dará la UC como parte del trabajo conjunto que realizan médicos e ingenieros en el marco del Programa de Alimentos Sabrosos, Inocuos y Saludables de la PUC, Asis-UC, es la generación de una leche que no tenga lactosa con la que se pueda fabricar yogur, manjar, quesos y otros productos lácteos con un sabor idéntico al de la leche con todos sus azúcares.

Observar la dieta

Para averiguar si una persona es intolerante a la lactosa existen a lo menos tres exámenes disponibles en el mercado. Sin embargo, lo más sencillo es que las personas pongan atención a los síntomas que presentan después de consumir leche y cualquier otro producto que la contenga (manjar, postres, cremas).

Según Miquel, los médicos también deben estar atentos a los síntomas que refieren los pacientes y consultar por el consumo de leche. "Muchas personas dejan de consumirla porque una vez se sintieron mal y ya no tomaron más", señala Miquel.