Su padre también cumplía años. A fines de 2012, la actriz Paulina Casas buscaba el regalo perfecto para su padre, próximo a celebrar su cumpleaños. Fue una mera casualidad, dirá en una cafetería en Providencia: por la televisión oyó que un conocido conductor promocionaba El abuelo que saltó por la ventana y se largó, la primera novela del periodista y escritor sueco Jonas Jonasson, quien ese año puso de cabeza al lúgubre género policial de la narrativa de su país con un sarcástico relato que vendió más de 10 millones de copias. A ella y a su pareja, el también actor Jaime Reyes, el solo título de la historia les quedó dando vueltas como una soga al cuello.
En la víspera de su centésimo cumpleaños, Allan Karlsson decide no asistir a la celebración que sus vecinos le organizaron en el asilo donde vive. Vistiendo su mejor traje y unas pantuflas, se encarama en la ventana de su habitación y se fuga, dejando plantados al alcalde y la prensa local. Sin tener idea dónde ir, llega a la estación de buses, y mientras espera la partida de uno, un joven desconocido le pide vigilar su maleta algunos minutos. En tanto, llega el bus y el anciano se sube llevando consigo, aunque sin saberlo, una cuantiosa suma de dinero de dudosa procedencia.
Fue la breve reseña en la contratapa del libro editado por Salamandra, la que convenció a la agrupación Teatropan -fundada hace 13 años por Casas, Reyes y Erico Vera- a aventurarse al igual que el fugitivo protagonista de la novela. Con la soga aún al cuello, decidieron contactar a través de su productora al mismísimo autor sueco, quien bajó del pedestal a Stieg Larsson, autor de la trilogía Millenium. Y no solo eso: el año pasado, la misma historia del anciano fugitivo -que además revive a personajes y hechos de la historia contemporánea como Franco, Churchill, Mao Tse-tung y la creación de la bomba atómica- fue llevada al cine por el realizador sueco Felix Herngren. La cinta recaudó 16 millones dólares y fue vista por 1,5 millones de espectadores. Hasta hoy, es la más exitosa en la historia de su país.
Parecía difícil, por tanto, que una compañía como Teatropan, que en sus 13 años de trayectoria ha llevado a escena clásicos como Romeo y Julieta, una adaptación de Alicia en el país de las maravillas, y revivido a personajes como Galileo Galilei ante la inquisición, lograra dar con el autor fenómeno de ventas en Suecia y el resto del mundo. Sin embargo, ocurrió.
"Al día siguiente en que le dijimos a nuestra productora que se contactara con él, logró dar con su agente, la sueca Carina Brandt -dueña de Brandt New Agency-, quien vive en España. Ella se mostró muy entusiasmada con la idea de que una compañía de teatro chilena quisiera adaptar la novela", cuenta Casas. Hasta entonces, los únicos derechos teatrales los había comprado una compañía alemana, que en 2013 estrenó un montaje de tres horas y media de duración a tablero vuelto. Pero Teatropan quería algo distinto. "Buscamos desmarcarnos de lo literal, reescribirla a tres manos y darle un sentido a este fugitivo que logró armar su cofradía de renegados sociales", cuenta Reyes. Lo siguiente fue presentarle el proyecto a Brandt, quien cedió los derechos exclusivos de adaptación al español hasta el 2016 y con chance de prórroga, a cambio de miles de euros -tantos como los del maletín- y la condición de que el autor pudiese revisar en los próximos días el resultado del trabajo. "Con Jonasson no hemos conversado nunca directamente, pero Brandt nos contó que está al tanto de todo y que el proyecto le fascina", afirma Casas.
Con un Fondart de 23 millones de pesos, la versión que debutará en el Mori Bellavista el 16 de octubre respetará el humor negro y punzante. Seis actores en escena y en la piel de más de 30 personajes del relato original, el montaje tendrá su propia banda sonora y proyecciones de material histórico de apoyo. Lo que cambiará, resume Casas, será el lenguaje. "No lo chilenizamos, pues queremos llevarla hasta donde podamos. La historia es la misma que nos cautivó hace dos años".